-Que pongan valla o rejas en el
estadio, que separe a los jugadores de los espectadores o aficionados.
-Que nos den más cultura, y
menos fútbol.
-Que el fútbol, nos embrutece,
nos asalvaja, nos idiotiza…
-Y una duda y pregunta: ¿no
estaría eso preparado, y estimulado, porque no interesa la UD suba, por lo que
supone el ascenso en dineros que no se tienen?).
Para que la UD suba a 1ª, un
servidor, les escribió el libro que lleva por título: “El Yoga en el Fútbol”, que recomiendo a jugadores y aficionados.
La maldición de las tabaibas
(5)…
… tanta persecución al campesino, ha logrado que campeen las tabaibas,
a la par que el campesino se encierra en su casa, con los brazos cruzados, y
los aperos sin uso. Los nervios y la depresión, los agotan. Cuando llegan a la
noche, ya no sueñan con las tareas del día siguiente, sino con el pasado nostálgico,
ido…, por otra parte ya son pocos los
que van quedando. Andan recluidos en sus casas, asustados, amedrentados.
Preocupa esta situación, a la que es insensible la administración y los
gobiernos (autonómico, nacional, europeo). El cabildo se forra. Les roba las
tierras a la gente dueña de las mismas (toda vez que nada pueden sembrar, ni
plantar), las entregan, casi regalan, o se las inutilizan; y así, ¿para qué las
quiere?, ¿y de quiénes son? El cabildo se hace con todo, como propietario, o
como protegido: todo es suyo. Es una desgracia, lo peor que pueda pasar. Y la
lacra de la pobreza se enseñorea y gana terreno -a la par que las tabaibas-. La
cosa es alarmante, y nadie alza la voz, ni grita. Todos callan. Se acusa ya un
subdesarrollo que crece. Ya hay hambre y malnutrición. La cosa es de escándalo.
¡Si al menos hubiera alguna industria relacionada con las tabaibas!, ¡pero ni
eso! Lamentable es la cosa, y va a más y peor. Ya solo se sobrevive, mal y a
peor (repito). Se trata y es, una auténtica y verdadera maldición, que pesa
sobre las islas, sobre la isla, sobre el campo. ¡Con lo hermoso que era esto!…, cuando al burro se le echaba tres
pastas, lazos o jases a cada lado y la sobezná en el centro…, ya ni la
geografía, ni el paisaje, ni la vida, ni las tradiciones, ni la Historia, ni la
forma de ser…, ya nada de eso queda. Solo tenemos -y van a más-: tabaibas,
tabaibas, tabaibas…, solo eso.
El Padre Báez.
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