Mes de mayo (día 12), mes de María…
Mes de la flores, mes de la flor más hermosa…
María, con S. S. Francisco…
María en La alegría del Evangelio (Evangelii
Gaudium)…
… Ella es la mujer de la fe,
que vive y camina en la fe, y “su excepcional peregrinación de la fe representa
un punto de referencia constante para la Iglesia”. Ella se dejó conducir por el
Espíritu, en un itinerario de fe, hasta un destino de servicio y fecundidad.
Nosotros hoy fijamos en ella la mirada, para que nos ayude a anunciar a todos
el mensaje de salvación, y para que los nuevos discípulos se conviertan en
agentes evangelizadores...
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Leyenda tabaibera…
… cuentan, que antes de llegar a las islas, entonces desiertas, los
canarii, venidos del norte de África y desde el sur de la Italia africana,
cuando aquí solo había flora -sin fauna alguna todavía- todo estaba lleno de
plantas (árboles, arbustos, hierbas, flores, frutos, etc.), era un reino vegetal
o botánico, sin más; y andaban en la más absoluta libertad arbitraria todo lo
verde, sin gobierno ni control; y a tal fin, hubo una reunión de todas las
plantas, con el único orden del día: expulsar y acabar con la peor de las
especies, justo aquellas que dañaban al resto e impedían esto fuera lo que
siempre fue, es decir, un paraíso griego soñado o jardín, y quitar de en medio
a toda aquella raíz, que impidiera la paz y la armonía y buena relación entre
las plantas. Y, después de ardua y acalorada discusión y debate, se acordó
expulsar a la desgraciada tabaiba; y así se hizo y fue expulsada, botada,
echada fuera. Pero, conocida la fuerza del mal, las tabaibas se multiplicaron,
desde la semillas ocultas en la tierra, y desde la periferia volvieron y de tal
manera, que poco a poco recuperaron el terreno dejado, y en venganza y con odio
por la expulsión, volvieron a su antiguo feudo, con mayor fuerza y rabia de
reproducción, y no conformes con ello, llenaron las islas de su maléfica presencia,
consiguiendo ser ellas, la reina de las plantas. De ahí, que al presente, las
autoridades, temerosas de su leche envenenadora, temiendo de las mismas algún
castigo, las protegen y defienden, permitiendo nada produzca las islas, todo
nos lo traigan de fuera, y aquí, solo tabaibas hayan.
Así me lo contaron y así se lo cuento.
El Padre Báez.
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