Mes de mayo (día1), mes de
María…
Mes de la flores, mes de la flor más
hermosa…
María, con S. S.
Francisco…
María en La alegría del Evangelio
(Evangelii Gaudium)…
II. María, la madre de la
evangelización.
284. Con el Espíritu Santo, en medio del pueblo siempre
está María. Ella reunían a los discípulos para invocarlo (He 1,14), y así hizo
posible la explosión misionera que se produjo en Pentecostés. Ella es la Madre
de la Iglesia evangelizadora y sin ella no terminamos de comprender el espíritu
de la evangelización…
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Tabaibas en el techo…
… y no solo en el techo, sino también en las paredes. Ya
es grave, que encaramadas en los techos de casas antiguas, que sin herederos o
por peleados entre ellos, o por el BIC que las define, o por lo que sea vemos
entre modernos edificios en nuestros pueblos, y en campos abandonadas, esas
casas que algunas con varios siglos, lucen en los aleros de sus maltrechos
tejados, sendas plantas que enraizadas entre tejas y piedras de sus paredes,
cargan y soportan distinta flora, con predominio según en dónde de las plantas
del lugar, pero lo que ya grita al cielo, que estas lechosas y envenenadoras
plantas, no solo hayan invadidos viejos patios y jardines, terrenos y cercados,
sino que se hayan subido por paredes y techos y así en edificios viejos, y hasta
de valor histórico, la maldita tabaiba eche sus raíces y abran paredes, rompan
techos, y destrocen Historias y patrimonio sin que nadie ose o se atreva a poner
remedio cortando o arrancando -por miedo a multas millonarias y cuyos dineros no
van en reparación de esos mismos edificios-, que parecen ser terreno cultivado
ante la abundante familia de distintas plantas, pero entre las que sobresalen,
como señora y dueña (de la casa), la dichosa y maléfica, dañina y estéril
tabaiba, a pesar de su leche inutilizada, pues a ver quién se atreve a echar un
chorrito de ella en su café u otras comidas y bebidas. Dañan a la sola visión,
ver esas tabaibas inhiestas y vencedoras, en los techos y no se les libre de ese
cáncer que soportan esos cimientos, incapaces de sostener ese bosque entre tejas
y paredes, y de los que se desprenden tejas, piedras, barro, tierra,
etc.
El Padre Báez.
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