No sé qué planta de
quemar...
... iban a poner en el Puerto (esta es la idea, sin más
precisión, pues voy a lo mío [lo nuestro]), y ello con el visto bueno del
cabildo, según me parece; pero, que el Sr. Presidente de la Institución, ha dado
marcha atrás, ha reculado, y desiste de esa decisión primera. Esto, me da un
aire de esperanza, por si de manera análoga o parecida, aplica esa misma
resolución en torno a las cabras, que aún, pesando sobre ellas esa asesina y
criminal decisión de matarlas -acto irreflexivo y demente donde los hayan- haya
un giro o cambio de tal acuerdo.
Y, si hay un precedente y retroceden, cabe
esperar hagan otro tanto con las cabras, y las libren de esa sentencia de
muerte, que va a acabar o exterminar las mejores cabras del mundo, las mismas
que son solicitadas desde África, América, Europa, etc., por países y
continentes, y nosotros -ellos (los del cabildo)- las matan impunemente, cuando
nadie puede hacer lo que ellos hacen, sin ser multados, sancionados y hasta
recluidos en prisión, por hacer -repito- lo que hacen ellos: matan, dejan
sufriendo, maltratan, no las creman, atentan contra inocentes senderistas o
corredores con los que pueden ser confundidos, etc., etc. Toda una legislación,
en torno a los animales, y ellos se la salta, y no cumplen, cuando debieran ser
los primeros en dar ejemplo.
El Padre Báez, que si quieren matar animales, se ocupen
de limpiar la tierra de ratas y culebras o serpientes, pero no a las que
entraron con los guanches (cannarii), y paralelas han andado siglos iguales con
nosotros, que las hemos tenido hasta en las azoteas de las casas, y han
alimentado con su leche, beletén, suero, mantequilla, queso, carne, etc., a
todos sin excepción, incluso a los que las matan (salvo que no sean de esta
tierra). ¡Y hasta nuestro vestido, ropa de cama y mortaja
fueron!
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“... tienen sus
ojos fijos en las cabras... las desprecian, orgullosos las
desprecian...”
(salmo
123).
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