Ni asilvestradas, ni salvajes,
ni...
... guaniles, ni nada. Simplemente: cabras. Que se han
sacado todo lo precedente, para acabar con ellas, y es todo en base a una enorme
y gran mentira. ¡Qué bien me lo dijo en Tunte el pastor de vacas!: “¡Padre Báez, no se van; los dueños las
echan a los montes, a los riscos, de donde le vienen con crías
mejoradas!” Y esta es la verdad del pastor, al que callan, al que no
escuchan, al que multan, al que le matan las cabras.
Asilvestrados, salvajes y
guaniles, los que las han emprendido con ellas, que no son nada de lo que dicen.
Se inventan eso para justificar que no les pegan nada de lo plantado con dinero
de Europa, que quiere luego ver lo plantado y toda vez que no les pega nada, le
echan las culpas a las cabras, inventándose una trola: que las cabra se comen lo
que ellos plantan. Y si eso fuera cierto, no habría ni una cabra libre más,
porque de comer resina morirían reventadas. Quede claro, que el cabildo, con tal
de seguir recabando ayudas europeas, no les importa acabar con lo mejor de la
fauna, que son las cabras, y las nuestras las mejores del mundo. Que si fueran
cabras como dicen ellos asilvestradas o salvajes (o finamente llamadas
guaniles), no vendría a sus amos, dueños y pastores, y por supuesto que huyen de
todo aquel que no lo sea, por eso todos los de los palos juntos jamás cogerían
ni una, mientras que sus amos, a los que las cabra conocen y reconocen acuden a
sus llamadas, sin más como siempre fue.
El Padre Báez, que sigue infatigable poniendo las coas
en su sitio. Poco a poco les iré ampliando lo que es materia para un grueso
tomo, y que pensando en una publicación, hay para llenar páginas y páginas; y,
que queden como constancia de una defensa, de la cabra, la mejor de todas que
son las nuestras, y el cabildo por unos euros ensangrentados, las matan (además
impunemente habiendo legislación al respecto).
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Se cumpla la
sentencia de Jesús, nuestro Dios y Señor: “... la medida que uséis la usarán con
vosotros, y con creces...” (Mc 4,
21-25). / “... retornad...”
(salmo
89).
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