Un bicho
tabaibero…
“... el hombre...
inconsciente es como un animal...” (del salmo 48).
“... id... y explicad al
pueblo este modo de vida...” (del libro de los Hechos de los apóstoles 5,
17-26).
“... ¿qué esperanza me
queda?... (del salmo 38).
“... todo el día maquinando
injusticias... fraudes... mal...” (del salmo 51).
“... alzo mi voz... alzo mi
voz... para que me oiga...” (del salmo 76).
“... discursos altivos...
arrogancias... cobardes... pobreza... humilla (n)...” (del cántico de 1S 2,
1-10).
“... descargan... calamidades
y... atacan con furia... traidores y sanguinarios...” (del salmo
54).
… ¡como acaba de leerlo! Existe, y anda por Amurga,
lástima no se extienda por toda la isla, o tal vez en su día, no sé. Es el caso,
que del tamaño de un dedo corazón de la mano -y perdonen la manera o forma de
señalar- un poco más delgado, y de color verde amarilloso, con dibujos negros,
es como una lagarta grande y gorda, que come la tabaiba, y se llena de su leche,
y tanto que echado al suelo el gusano repugnante ese, si lo pisas, sale un
charco de leche entre blanca y verdosa, que lo contiene, y es tal el bicho, que
no va de solitario, sino en compañía de varios de su misma especie, que devoran
y de tal forma a la dichosa y fatídica tabaiba, que al comerle la cáscara, por
donde la savia, la planta maldita se seca, y así por donde la colonia de estos
animalitos benditos de Dios, salvados por Noé en su barca, viene a ser, como si
Dios lo permitiera, el final de las tabaibas, porque tienen un depredador que
dan muy buena cuenta de la no existencia de dicha asquerosa como pegajosa
planta. Ahora, solo queda esperar, la colonia de gusanos o lagartas de la
tabaiba se expanda, y vayan colonizando poco a poco la isla, a no ser que sean
de un solo sitio y ello según clima y temperatura, que si así, nunca saldrían de
donde están, pero todo sería hacer el experimento (no un servidor, ¡Dios me
libre!), que alguien, con muy buen criterio y sin miedo a leyes y normativas, se
decida a expandir dichos bichitos, con lo cual entonces sí podríamos volver a la
agricultura, cuando esta maldita planta desaparezca, si es que se consigue. Y es
que como dice el refrán, Dios, según da
la llaga, pone el remedio, pues mira dónde está el remedio o la solución
para quedarnos sin las temidas tabaibas: esos bichitos, lagartas o gusanotes, se
lleguen a otras áreas y se merienden poco a poco las tabaibas, con lo que esos
divinos bichitos, nos darían la solución a la plaga de tabaibas que nos comen ya
por las patas arriba.
El Padre Báez.
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Viniendo de un abogado, como que es de mayor aprecio o
estima (aunque valoro todos los correos que me envían por igual, pero... ¡no es
lo mismo, comprenderán!):
“Estimado Padre Báez: (...). Por cierto, su lucha contra
la dichosa tabaiba, espero y deseo surta el efecto deseado; es decir,
sensibilizar a los gobernantes a favor de los seres humanos y no a los de una
planta improductiva y nociva. Reciba
mi admiración y respeto. Salud”.
(J.F.R.).
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