POPURRÍ 574:
En el Año de la Fe (198): La Fe que no la celebra, acaba por desaparecer.
Al habla el historiador (198):
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
Me ha encantado absolutamente todo el 100% de tan buen artículo.
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
¡Felicidades por tu gran, continua y muy pundorosa brega en defensa del campo y sus nobles vecinos!
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
Doy gracias a Dios por ser tan privilegiado, porque estoy disfrutando de unos días preciosos en el campo.
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
¡Ojalá fuera continuamente y por siempre! Regando y cuidando árboles y flores. Igualito que un niño pobre con juguete nuevo en la mañana de Reyes.
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
¡Qué pena me da!, cuando con demasiada frecuencia, pienso en los muchos noblotes e infelices campesinos...
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
... que muy amargados se han sentido, para haberse suicidado, ante el criminal acoso del tan perruno y cruel cabildo de esta isla tan falseada y convertida en GRANtabaibal...
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
... ante el acoso y desgarre de los perros carniceros azuzados por este ya citado "Cuervo de Tamarant"...
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
... quien da alas y estimula a tan fieros perros carniceros del "miedo ambiente" y el Seprona...
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
... quienes demasiado alegre y por libre recolectan su jugosa y avara sección de MULTAS Y SANCIONES.
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
Estos chupasangres atacan con nocturnidad y alevosía, bajo sus engañosas gafas oscuras para ocultar el asesino brillo de sus ojos.
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
¡También pobrecillos todos ellos, cuando muy pronto se vean obligados a darnos cuenta al pueblo soberano por sus múltiples y continuas tropelías!
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
¡Prometo que muy lo veremos!
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
Después de la gran manifestación de protesta que ésta, hasta ahora narcotizada isla, seguro organizará contra este perruno cabildo de solo «cuervos de Tamarant»...
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
quienes tan vulgar e impunemente han martirizado a nosotros los tan ninguneados GRANtabaiberos.
Hago mío, cuanto dice Paco Díaz, ¿o Paco Díaz hace suyo lo mío?
Paco Díaz.
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“... tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino...” (Salmo 4).
“... la celebración del domingo nos llene de alegría de la resurrección de tu Hijo, que vive y reina...” (De la oración de Completas).
“... Hijo del Padre, maestro y hermano nuestro, tú que has hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes, enséñanos a ofrecer con alegría nuestro sacrificio de alabanza...” (De las preces de Laudes).
“...este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo...” (Salmo 117).
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NOTA: Hoy, nos toca senderismo arqueológico. Ya les contaré mañana.
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No hay revolución en el campo.
Esta es la realidad: la pasividad e inoperancia del campesino, que acepta cuantas multas les pongan, paga y calla. El campesino ha abandonado su actividad, propia del sector primario, ya sea la agricultura o la ganadería, sin más, con miedo a miedoambiente, al seprona y en definitivas al cabildo. Y todo ello a pesar de existir en la memoria más remota, y desde que la isla fue poblada, la agricultura y la ganadería (el pastoreo). Pero, aquellos años atrás de la infancia y adolescencia, ya no se repiten en el campo, por imperativo de una normativa que mata el presente, también el futuro y entierra el pasado. Se amontonan en las viejas alpendres los aperos en desuso, ante un campo cerrado o muerto. Viven asombrados (es algo que se reconoce en las caras). Se pierde la tradición, la cultura, la identidad. No se está vivo (es un vivir muriendo). Se pierde vida, trabajo, comida, sueños... Encerrados, no se sale ya a la tierra, ni hay un animal que cuidar. Perdemos sabiduría. El hombre del campo, no hace nada. No le dejan tocar la tierra, ni tener una cabra. El hombre del campo, no hace nada, absolutamente nada (todo se lo tienen prohibido). Han perdido la conciencia. Se acaba un legado de siglos, ¡y nada!, tan tranquilos. Están fracasados, parados, silenciados. El campo y los campesinos, están tristes. No tienen ni hay estímulo alguno. Viven el fracaso. Los políticos se han puesto de acuerdo para terminar con el campo. Es un desastre mayúsculo, y causa profundo dolor. Es demencial, torturante. El campo se muere, y está en los estertores finales, dando sus últimos coletazos, y no hay horizonte alguno. Se ha caído en la mayor de las necedades; no hay estupidez mayor. Ya del campo, no sale nada. El cabildo actúa cual terrorista con su doble ejército (miedoambiente y el seprona), y lo arruina todo, absolutamente todo. Y el campo (los campesinos), no sale a la calle a frenar ese acoso sobre pobres víctimas, que nada malo hacen, y son castigados (¡y tantos que son varios los que se han suicidado, no pudiendo soportar tanto abuso y persecución, sin delito alguno!). Nadie frena el afán recaudatorio del cabildo en base a prohibir agricultura y ganadería. Y si hay un estado pre-revolucionario, no hay datos o señales de ello, aunque por temperamento y psicología, la cosa pudiera saltar el día menos pensado. O se para este estado de cosas o no paran los suicidios. Nada se produce para comer. No hay dinero para comprar lo que traen de fuera, malo y caro, que se puede tener desde aquí, y lo impiden. Solo se habla de fútbol y carnaval. Solo nos entretienen. Sobra el campo y sobran los campesinos; no hay puesto para ellos, no caben en sus propios ambientes (todo protegido). Son –los gobernantes- unos tiranos (antes se les llamaban dictadores). La vida ya en el campo –el campesinado- carece de sentido, no tiene razón de ser. No se ve salida, ni futuro..., y este pueblo campesino, no reacciona; tampoco hay quien lo estimule a hacerlo y les ayude. Es grave, lo que está ocurriendo. Silencio, sin más.
El Padre Báez.
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