POPURRÍ 550:
En el Año de la Fe (174): Sea tu bandera la Fe. No te avergüence ondearla.
Al habla el historiador (174):
La cosa del trabajo...
... no lo aumenta el turismo, ¡ni mucho menos!, sino el campo.
La cosa del paro...
... va a seguir, siendo muy malo, va a seguir creciendo, mientras no desaparezca el miedoambiente.
A pesar de la semana profana o santa –según- el paro subió...
... y más que va parar de subir, mientras no se vuelva al campo.
Vamos a una catástrofe terrible...
... nos comeremos unos a otros, nos volveremos caníbales.
Los politiquillos que tenemos diciendo siempre lo mismo...
... hay brotes, el próximo año salimos de ésta, el próximo que el siguiente y así fijo sin parar hasta el 2085 (cuando se vuelva al campo).
Del paro no se sale anunciando el año en el que vamos a salir del paro...
... sino desapareciendo del campo al cabildo con su seprona y su miedoambiente y la gente pueda arrancar las basuras de los cercados, para plantar comida.
Ya saben por arrancar un cerrillo, para plantar un olivo...
... ¡multa de 600,00 euros! Así, no vamos a salir del paro, más nunca.
Pues, si eran pocos...
... parió la abuela: 35 pastores expulsados, en Guía.
Mientras, bebemos leche de Asturias...
... en lugar de las cabras y ovejas del Tabaibal.
Mientras, comemos quesos de extremadura y de andalucía...
... de holanda y francia; no de aquí, el Tabaibal.
Lo de los pastores del norte, echados de la casa del queso...
... ahora ya sin claridad, lo van a tener más que oscuro: más gente al paro.
También los pastores, en tragedia, en paro...
... sin poder denominar su producto, el queso.
En lugar de favorecer al campo (agricultura y ganadería)...
... acaban con los pocos pastores que quedan.
Pero de las multas a los campesinos...
... y de las importaciones, vive y engorda y se enriquece el cabildo.
Esto, no está mal; esto está peor...
... y peor que se va a poner mientras no desaparezca el cabildo, el culpable de que el campo no produzca nada, porque todo está prohibido, protegido, vigilado.
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“... este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad...” (Salmo 117).
“... alegraos ese día y saltad de gozo porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Aleluya...” (Del responsorio a la primera lectura del Oficio de lectura).
“.... palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo. Dicho esto les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría y seguían atónitos, les dijo: -¿Tenéis ahí algo que comer?... (Del santo Evangelio según San Lucas).
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Magia del campo:
A veces hay cosas esenciales en el campo, y no las vemos. Tal vez la pobreza en todos los sentidos, nos impidan verlas. Hay muchísimos paisajes por ver. Los bosques de lo que sean, tienen sus encantos; los profundos barrancos, con sus altos riscos, temibles unos y otros, por su poder fascinante que atraen y engañan. Misterios por desvelar entre tanta belleza oculta. El sol en su ocultación –como en las salidas- nos hechiza; el mar con su serena belleza, hace que surja lo más humano que llevamos y somos. A veces, hay que hacerse niño, y mirar las estrellas, y dejarse llevar por el firmamento, tanto al amanecer como antes en el anochecer. El viento y su música entre las ramas de los árboles, el susurro del goteo del agua a su paso. Tanta hermosura, como si la presencia de Alguien se adivinara sin verlo, porque se hace palpable e inasible. Es el poder de la creación, huella de su Creador. La luna franciscana y sus hermanas: toda la creación. Criaturas que duermen de día y despiertas de noche, llenan de suaves pasos su existencia escondida y misteriosa. La tierra madre. La tierra generosa. Las flores. Seres intocados e invisibles. La vista no ve, por más que mira. Se siente. La niebla en densidades diversas, creadora de fantasías y embrujo. Se vislumbran siluetas. Se confunden realidades con ficciones. Olores de mar, de tierra, de montes, de hierbas, de... Respirar la mañana. Espejos de aguas, mares de plata. Montañas que esconden valles. La fruta. El miedo (no el miedoambiente). ¡Cuántos encantos! Senderos de cabras, que se pierden. Pequeños ojeros donde la hierba crece. Jardines que tocan el cielo. Laberintos entre piedras. Huecos y abrigos. Zonas planas, por encima de los pinos, llenando el suelo de previsible fuego, sin agua engañados, que impiden la entrada del sol y el paso resbaladizo de incautos. Laderas de pinocha estériles, con superficies secas, muertas. Mullido caminar, sin suelo firme. Musgos que miran al norte. Añorados cuervos idos. Allá los de verde (seprona), que preservan y mantienen la muerte ante la vida que quiere surgir, apagada. Dominando y protegiendo a criaturas invisibles. Silbidos de vientos, presagios de malos agüeros o augurios. Ya sin equilibrio entre el hombre y la naturaleza. Hombres escondiéndose, acariciando recuerdos, escuchando balidos inexistentes. Con los ojos cerrados, y hablando solo, sin nadie a su lado. Invisible el miedoambiente, custodiando leyes y normas, que matan y asombran...
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