POPURRÍ 619:
En el Año de la Fe (243): Las
personas más tristes y amargadas que conozco, son las de sin fe (no seas uno de
ellos).
Al habla el historiador (243):
En Mayo, 100.000 turistas menos...
... pero ni un agricultor o ganadero
más.
El
Padre Báez.
No, no hay una balanza...
... compensatoria. No.
Paquita Luengo (o Largo), busca empelo en la unión
europea...
... en lugar de buscarlos en el campo
tabaibero.
Lo tiene delante de sus propias narices...
... y va a buscarlo a Alemania.
Aquí, nos ocupamos de los gatos y de las lisnejas...
... pero no de las cabras y ovejas (para que rime).
La última cabra que vi, fue esta mañana -así vea los
ojos de Dios-, fue...
... la de la cerrera Manchada de Don
Quijote, leyendo “Homenaje” a Don Manuel Socorro Pérez, Pbro. Las Palmas del
Gran Tabaibal, 1965, págs. 113-115.
Pero, las cabras de la literatura...
... como que no dan leche (¡seguro!).
Y quieren potenciar el turismo espakistaní (antes
“español”)...
... muertos de hambre, que se traen los chorizos en
las maletas, para no comprar del de Teror.
Y, ¿es así como piensan sacarnos de la crisis?...
... “¡largo (luengo) me lo fiáis!”
Los sin empleo, buscan trabajo...
... ¿qué pasa?, ¿no se han enterado que
en el campo lo hay de sobra?
O ¿es que esperan les hagan huertos en al ciudad?...
... ¡sí, entre humos de coches y otras
basuras! Dicen que es “ecológico”. Pues, ¡me guarden una lechuga!
Marx, lo diría más claro...
... sin economía: ¡vamos a tener
crisis, p´rato! Y para un servidor, la economía sale de la tierra (cultivos y ganados),
que son la materia prima (lo primario).
Mientras, solo piensan en el campo, para trazar o
señalizar recorridos...
... carreras por montañas y barrancos.
¡Pena de sudores perdidos...
... sin que nada produzcan!
Pero, nos plantan palmeras, que luego se secan...
... en lugar de tuneras (¡otra rima!).
Éstas, no necesitan ni agua, las cría el sol, y dan unos (frutos) tunos que son
riquísimos; y con gofio, son manjares o exquisiteces. Pero, nos plantan
palmeras (¡que ni dan dátiles!
¡Ya
pudieran plantar tabaibas, que aunque hay billones y billones...
...
al menos dan leche, aunque sea veneno, pero lecha al fin.
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“... alegres, demos fruto con nuestra perseverancia...” (De la preces de
Vísperas).
“... se alegran las islas innumerables...” (Salmo96).
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Se entregaron al campo:
Y son pozos del saber. Han experimentado de
todo, ¡y tanto! Han pasado sus vidas en la tierra, han dado de comer a este
pueblo. Provenían de otras familias dedicadas a lo mismos, desde siempre. Desde
niños aprendieron a manejar todo lo relacionado con la agricultura y la
ganadería. Esa fue la vocación, como la de todos o casi todos; otra cosa no
cabía hacer, salvo excepciones de algunos que estudiaban. La aventura del campo,
es apasionante. Desde niño, comenzaron a trabajar (eso no fue esclavitud
infantil, sino la mejor escuela, ¡la universidad de la vida!). Y ya después,
para siempre, se crece, madura, se vive y se muere en ello (si les quitaran los
animales, se morirían antes de 15 días), y mueren con las botas puestas. Pero,
no solo son campesinos (agricultores y ganaderos), sino que se es: es
montañero, se es mecánico, se es... ¡todo! Trabajan y trabajaron de sol a sol. Son y fueron felices.
Durmieron bien. Lo de ellos -quedan muy pocos-siempre fue la austeridad,
marcada por el tiempo y las cosechas, las ventas y el año según. Casi rayan con
la obsesión de solo trabajar, sin descanso. Eso de “vacaciones”, nunca supieron
lo que es. Los animales comen a diario. No hay fiestas ni domingos. La
agricultura es lo primero (sector primario). La vida, la dedican a eso, sin
más. Cabe la fe, y ésta es fuerte (de carbonero). En Caideros, Miguelito, con
83 años, sigue con sus 30 ovejas; también en Los Andenes, Antoñito, con la misma
edad, tiene el mismo número de cabezas (éste tiene 30 cabras). Ambos hacen
queso (sus señoras). Es, otra vida. La vida. Dejaron (dejan) huellas. Las
cencerras de ellos -sus grandes tesoros- van quedando mudas, reducidos sus
rebaños, sin poder ya enderezarse, dificultades para caminar, sin embargo,
ordeñan, limpian las camas, los molestan los de miedoambiente y el seprona
(enviados por el cabildo). Les multan, les molestan, les “enseñan”. Comen
queso, leche, gofio. No compran papas, ni frutas; tampoco huevos..., saben de
madrugadas, de fríos y calores. Conocen el lenguaje de las estrellas, leen las
señales para el tiempo. Son los últimos, se quedan solo, resisten. Son libres.
Son la tradición, mantienen palabras, refranes, dichos, en la conversación te
dicen: “¡ya se me partió el cabresto!”, cuando algo se les tuerce.
Ahora...
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