Esta tarde / noche (19,00-20,00 horas), en la subida de la Virgen de las Nieves a su retablo, en Lomo Magullo (Telde)
Santa María, Virgen de las Nieves:
Mujer, de la que nació el Hijo de Dios, que le dio de su carne, a la que veneramos como Madre de Dios y del Redentor, la Hija predilecta del Padre, el sagrario del Espíritu Santo, antecede a todas las criaturas.
Redimida de forma eminente.
Unida a todos los hombres, miembro sobreeminente y singular de la Iglesia; modelo de fe y de caridad.
Ella en el lugar más alto, después de Cristo.
En el Génesis, aparece victoriosa sobre la serpiente; Isaías la vio virgen y madre de Emmanuel; Ella es, la humilde y pobre de Nazareth.
Gracias a Ella, Jesús, nos libró del pecado.
Todo comenzó con su sí, para contribuir a la vida. Es, la llena de gracia, la consagrada a Dios, la obediente (no como Eva).
Siempre estuvo unida a su Hijo.
Y así: lo presenta, lo busca perdido, en las bodas de Caná, junto a la Cruz donde estuvo en pie y se asoció al sacrificio y donde nos fue dada como Madre.
Y con los otros discípulos –orando- aguardó al Espíritu Santo.
Más tarde, asunta en cuerpo y alma a la gloria, donde fue enaltecida como Reina del universo.
Su mediación, nos une más a Cristo, con quien colaboró y cooperó.
Cual Madre, sigue intercediendo y nos consigue gracias, dones y favores, sin menoscabar a Cristo, pues es abogada, es auxilio, es socorro y es mediación.
Hace que nos apoyemos en Ella, ya que nos protege y es a quien debemos imitar: en la fe, en la esperanza y en la caridad, creciendo así en santidad.
Teniéndola como modelo de virtudes, nos lleva a su Hijo, a su sacrificio y al amor al Padre, obedeciendo, creyendo, esperando y amando como Ella.
La honramos y acudimos a Ella en peligros y necesidades.
No llegamos a adorarla (que eso solo corresponde al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo), pero la tenemos en la liturgia, en la piedad variada y tratamos hacer –como Ella nos lo dijera- lo que su Hijo nos mandara.
Y a Ella, la consideramos sin exageración, pero sin estrechez excesiva, sino como lo que es: Madre de Dios.
Y en Ella, todo lo referimos a su Hijo, a Cristo.
Así que: la amamos y la imitamos.
Nos guía con su luz (luna, sol y estrellas), a nosotros que peregrinamos, e intercede ante su Hijo, por nosotros, sus hijos.
Subida de la imagen de la Virgen, a su retablo:
Bajó, y estuvo dos semanas a nuestra altura; ahora vuelve a donde permanece todo el año, donde va a seguir esperando a sus hijos, con su Hijo siempre en sus brazos.
Ella, se vuelve contenta y feliz, por cuantos se han acercado a Ella, porque para eso bajó.
Ha visto a algunas madres –como Ella- con sus pequeños hijos –como el Suyo- en sus brazos.
Ha visto a padres que han traído a sus hijos, y frente a Ella han rezado, la han mirado y se han vuelto saludando a Jesús en el sagrario.
Recuerda a los que en su nombre y por Ella, subieron a la Cruz Anunciadora.
Vio con mucho agrado a los que imitándola como cuando fue a visitar a su prima Isabel, caminaron desde San Gregorio hasta su presencia en la imagen que veneramos con el nombre de Nieves.
Se vuelve contenta por cuantos se han llegado hasta Ella, y la han conocido un poco mejor.
Ha visto acercarse a algunos niños de las catequesis, que no han dejado de venir a visitarla y a rezarle, para seguir luego jugando.
También ha visto a algunos jóvenes, que no se avergüenzan de ponerse ante Ella, la siempre joven y modelo de toda juventud.
Ha visto la Virgen durante su estancia en el suelo, a toda la feligresía que desde Cazadores, pasando por La Breña, Arenales y Tecén, se han acercado para agradecer su protección y ha escuchado las peticiones de sus hijos necesitados, que buscan en Ella ayuda y el camino para llegar a su Hijo, nuestro Dios y Señor.
Se vuelve contenta la Virgen, porque algunos de sus vecinos más cercanos, la han tenido en cuenta y la han acompañado.
Ella, ha recibido también a los más lejanos, que se han acercado hasta aquí, empujados por la fe y el amor.
La Virgen, aunque sube, sigue cerca, y nos sigue esperando a todos (ya sean niños, preadolescentes, adolescentes, jóvenes, mayores, ancianos, y gentes de fuera).
Ella, espera a los que no han podido venir a su Novenario, ni a su Misa solemne, ni a visitarla en esta ocasión; los espera a todos, y entonces Ella, les mostrará a su Hijo, que más que en sus brazos, está en el Sagrario, y quiere Ella, no sustituir a su Hijo, y que sea Él el primero.
Le ha gustado a la Virgen: el Novenario; le ha encantado la Misa Solemne y la Procesión.
Ella, lo que nos dice a todos los que estamos aquí ahora es: ¡gracias, por despedirme!
Y vuelvan que mi Santo y Fiesta es cada sábado o cada Domingo, y es lo que dice mi Hijo, que celebren la Santa Eucaristía, o Acción de Gracias, donde escucharán su Palabra, que es alimento y guía.
Nos dice hasta luego, porque rápido se va el año, y pronto volverá a bajar, en el 2013, donde espera vengan los mismos que han venido este año y aquellos que no pudieron venir.
Ella, Madre, espera siempre nos espera, a sus hijos.
Como si subiera al cielo, donde la reciben con cánticos.¡Y quien pudiera, cogido a su manto, subir con Ella!
La llevan los ángeles, y coronada va de estrellas, que no hay otra reina como Ella, calzada por la luna.
Alegría que logró su esperanza, y se terminó sus ansias de estar con su Hijo que la ama, y desde arriba la llama, quien la llenó de su gracia.
Pensemos en las cosas de arriba, sirviéndonos de las de abajo, que nos ayuden a subir hasta Ella.
Y aprovechamos estos últimos minutos en los que está cerca de nosotros, para decirle una vez más:
Virgen de Las Nieves / de Monte Magullo, / nuestros corazones / siempre serán tuyos.
¡Viva la Virgen de Las Nieves! ¡Viva la Virgen de Las Nieves! ¡Viva la Virgen de Las Nieves!
No hay comentarios:
Publicar un comentario