lunes, 27 de agosto de 2012

Invisible

Invisible,
el sector primario:

Perseguido por los que gobiernan. Y ello a pesar de haber vivido así siglos y siglos. Amenazados por el medio ambiente, hostigados por el seprona, amedrentados por las multas elevadísimas, por nimiedades, y el cabildo persiguiéndolos por si se pueden quedar con sus tierras por unos pocos euros y convertirlas en pinares; los pocos que quedan (campesinos), viven de sobresaltos en sobresaltos, entre lo que quieren cultivar y no pueden o no les dejan y ello a pesar de la cultura que todo eso entraña. Frente a este gravísimo problema, solo la voz de este hijo de la Iglesia, un servidor, que proviniendo del campo y habiéndome educado en él y practicado la agricultura y la ganadería, defiende unos derechos que son inalienables al ser humano: vivir de lo que produce.

En los años 50, los pastores y agricultores, fueron echados de sus tierras, por un cabildo insaciable que los engañaba, expropiándolos de sus pertenencias, tierras que debieran ser devueltas a sus legítimos herederos, y para que se siga en ellas haciendo lo que siempre se ha hecho y hacían sus padres. Los campesinos desalojados de sus propiedades, deben volver a ellas y a sus prácticas tradicionales. ¿Cómo se explica que el más del 93 % de Artenara sea “propiedad” del cabildo?, ¿dónde ha quedado el derecho a la propiedad?

Más de medio siglo ha pasado, sin que nadie reivindique lo que en justicia es ley: la propiedad es sagrada. Sin embargo, esta política tragona, sigue en las mismas, y cada vez más, se ven menos campesinos. Los campesinos, deben disfrutar del derecho a ser libres, sin obstáculos y trabas que les impiden cultivar o cuidar de sus animales; sin embargo son coercionados y amenazados, por el simple hecho de ser lo que son (y no les dejan ser). Y así, herederos de siglos atrás, no pueden explotar las tierras que les quedan, cuales pequeñas reservas sobre las que pesan calificaciones absurdas y prohibitivas.

Un gobierno, que ni por equivocación, nombran los términos “sector primario”, sino turismo, turismo, turismo... de forma obsesiva y machacona, que ha abandonado a su suerte peor al sector que nos da de comer, y solo les rompen con obras faraónicas el terreno que han recibido de sus antepasados. Nadie se revela, por miedo; y nadie toma partido, por los que parten por el medio, con la intención de desaparecerlos.

Solo va quedando ya un pequeño resto, que no se defienden contra las multas que de forma reiterada y de forma y manera fija, no dejan de recibir, por el simple hecho de no cometer ningún delito, y solo hacen vivir en sus ambientes, territorios que ya no pueden ni pisar, por no poder limpiar el camino de acceso o tránsito al mismo.

Y así la cosa, los pocos que van quedando, sufren un acoso de medio ambiente y el seprona, que los tienen como objetivo constantes de observación y seguimiento, sin respeto a edad, cultura, tradición, usos, costumbres, leyes propias, etc., ejerciéndose contra una gente no violenta una violencia asesina, que está llevando al suicidio a más de uno por dicha persecución inmisericorde, por lo que si eran pocos, van quedando menos, por este método, ya que los someten a una desesperación inaguantable por abusos abominables: te castigan, por querer ganarte la comida de la tierra, como tus ancestros, pues son atacados según salen al campo, dejando sus hogares.

Hostigan así a los pocos campesinos que quedan,  a través del miedo y el castigo (multas), indirectamente obligan a abandonar las tierras, que quedan baldías y asilvestradas, sin poder llegar a ellas, porque lo nacido ahora, está todo protegido, y por tanto la tierra antes cultivable, ahora estéril. Y así la cosa, se asilvestra todo y se hace imposible transitar o caminar por el campo. Y ello, sin reconocer la nobleza y el señorío de todo anciano o no, hombre que se dedica a la tierra, a los que se les falta el respeto a su dignidad, y se ríen de lo que es sabiduría recibida y transmitida de los mayores, y que quieren segar y acabar.

De una forma u otra, pretenden dejarlos sin sus tierras; les quitan el derecho a cultivarlas y extraer de ellas la comida, y solo reciben amenazas, y les quitan derechos, y están quedando marginados y excluidos. Vive, pues el campo en la mayor de las opresiones, y camino de la destrucción total y nos hablan después de agricultura ecológica y de huertos urbanos. Se cargan la espiritualidad, la cultura, la sociedad campesina y la economía, ya sin tierras de cultivos, ni con animales, lejos de lo que es un plan hasta divino, y todo por el antojo y capricho de llenarlo todo de pinos.

Pena, no se prepare ninguna marcha en contra de medio ambiente y el seprona, contra el cabildo y el gobierno, que permite este estado de cosas (este escrito, me juego la cabeza, no lo va a reproducir ningún periódico, no obstante enviárselo a todos). Que el pueblo campesino viva esta brutal represión sin protestas, es incalificable, con causar daños irreparables, al obligar al abandono de toda acción en el campo, que tiene dueño, y no lo dejan ni tocar, y que lleva a muchos a abandonar sus tierras y el cultivo en ellas.

Se acaba así con una cultura (agricultura), al quitarles la tierra o la posibilidad de trabajar en ella. ¡Cuanta sabiduría a punto de desaparecer! Un acervo cultural que no se protege (pero no hay fiesta en la que no te digan vengas disfrazado de campesino). Y conste, que un servidor, no está poniendo aquí, sino un mínimo de lo que está pasando en el campo. Que se les condena a la pobreza y se les impiden decidan ellos mismos (los campesinos), lo que quieran en sus tierras, sino que les invaden y los pisotean con multas abusivas, por simples naderías.

Lo único que van a conseguir, es borrar las raíces de este pueblo. Han callado y han parado el campo, y les han quitado los derechos y les han faltado al respeto a una forma de ser y de actuar, que es la natural y tradicional. El campo se vacía, y todo se llena de tabaibas y retamas; nadie se mueve por él, sino medio ambiente y el seprona, buscando a quien castigar y multar. Esto, debe cambiar.

El Padre Báez.

PD.- A un campesino, por limpiar un camino y podar tres tabaibas que le impedía andar hasta su tierra, le multaron con 6.000,00 euros, y obligaron a plantar diez pinos canarios en su terreno de cultivo, con amenazas de que si no los plantaba él, lo haría el medio ambiente y le cobrarían el trabajo.

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