miércoles, 15 de agosto de 2012

Islas incendiarias

“Islas incendiarias”


Que somos noticias en espakistania, en europa, en el mundo, no hay que negarlo, y hay que afirmar que no lo somos por motivos positivos, sino como advertencia turística de alto riesgo si se nos visita. Y andan discutiendo hasta la zafiedad cómo prevenirlos, si con uno o dos aviones aquí, si con más o menos personal presuntamente especializado (no sé en qué escuela se enseña geografía canaria, para actuar con eficiencia ante el fuego por lomas y barrancos), y es el caso, que no es la primera vez –tampoco será la ultima, que lo digo- la mecha al fuego, está permanentemente preparada y atizando materia para el mismo.

Veamos (un decálogo):

1.- No es cuestión de medios contra los incendios (humanos y técnicos), sino quitar medios o materia ígnea (que arda), y combustible extendido a lo largo de la geografía insular tabaibera. No le quiten terreno al pastor (que aclama por su dueño y por el uso tradicional) para pastar sus ovejas, cabras y vacas, y tampoco quiten terreno a la siembra y al cultivo, que donde estos existen o están, no hay incendios (hace un par de años, en lo alto de Cazadores hubo un incendio y ardió todo el entorno de una finca cuidada y atendida, donde no entró ni una brizna de fuego).

2.- Menos guardias, menos UME, menos bomberos, menos personal, menos aviones, menos camiones, menos mangueras, menos de todo eso y más, más pastores, más cabras, más ovejas sueltas (que son las escobas que barren el campo, y lo limpian impidiendo nada arda, por más fuego que les prendan). Dicen se comen los pinos, y es mentira; además el ganado muele y migaja la pinocha y convertida y mezclada con al tierra no arde). Hacen falta más pastores y más agricultores.

3.- Sobran el seprona y el medio ambiente en el medio rural (no discuto puedan tener otras funciones en otros medios, pero no en el campo y sobre los pobres y amargados campesinos a los que han arruinado con sus famosas y desorbitadas multas), que son los que por orden de cabildo y gobierno, no te dejan tocar nada en el campo, y así asilvestrado el campo (ya no se puede caminar por el mismo; los caminos han quedado cerrados y sellados con la maleza), es el campo abonado para que ardan las islas, con casas, animales, recuerdos, dineros, fotos, muebles, ropas, y cuanto coja por delante el fuego. Si usted limpia un camino, te cuenta las plantas cortadas (no digo arrancadas), y según el número y especie, te arruinan a multas. Así, huyendo de ellos el campesino, el campo está expedito para arder.

4.- Contra el fuego, el único profesional válido y efectivo, es el hombre del campo, que es el que lo conoce al haber nacido, crecido y vivido en su propio ambiente, y el que durante todo el año, anda limpiando –si lo dejan en paz, lo dejan trabajar y lo dejan hacer lo que siempre se hizo- el campo. Entonces, y solo entonces, se acabarán los incendios. Cuando no haya nada que arda, es imposible que haya incendios (“matándose el perro, se acabó la rabia”). Antes, todo lo que ardía (cañas, zarzas, pitas, tuneras, etc.), era comida de animales; ahora, si te ven cogiendo algo de eso, te caen las multas como la lluvia en invierno.

5.- Experto en apagar fuegos, es el dueño y amo de su casa y de su finca o tierra, que se la quema el fuego si la abandona, sabiendo dónde tiene la llave del agua, que salvaría sus animales, su comida (la huerta y frutales) y su casa. El ganadero y el agricultor, saben dónde tiene el aljibe, sabe dónde está su estanque, y los bidones con agua, y no deja que lo suyo arda, ni él –que no es tonto- se quema. También sabe librarse del humo, que para eso es sabio y esa es su cultura: la agricultura. A ver si se enteran, que los hombres del campo, no son idiotas, a los que hay que salvar del fuego, que ya lo hacen ellos, por sí y con eficacia.

6.- Si las cabras y ovejas (también las vacas, cerdos, burros, etc.), se comen la maleza protegida, ¡se acaban los incendios, y es imposible haya incendios, o rada algo! Nuestro pasto, lo reservan para presuntos incendios, siendo como es comida para los animales, a la par, que teniéndolos en cantidades astronómicas, para que nuestros animales coman de ellos; se les prohíbe hacerlo, y les compran y traen pasto o retal de fuera (es inadmisible o un caso más de corrupción política, que tienen negocio en esto: compran de lo que tenemos de sobra, que justo es lo que arde y se quema en los incendios). Así, protegido nuestro pasto –el que no dejan probar a los animales propios- está el mismo esperando una chispa prenda, para que haya incendios y arda las islas, y luego pedir aviones...

7.- Se da el hecho curioso, que en el último incendio, ardieron los pinos (ya están los mismos, porque no se queman), pero en su entorno, donde se chamuscó uno, plantaron cientos y miles (vean por la zona de Santiago el Chico –por citar un lugar cualquiera-, si van a merendar por allí, y verán lo que digo: donde uno que no se quemó, cientos de nuevo para suplirlo. E incluso ampliaron el círculo de plantación, llevándolos hasta donde no habían, y so pretexto del fuego o incendio anterior, llenaron barrancos, lomas, llanuras, laderas, tesos, trastones, cercados, etc. de más pinos, sabiendo e uso que tienen o para qué valen o sirven. ¿No alimentan así los incendios? Si el pino arde, planten otra cosa.

8.- Mientras planten solo pinos, vamos a tener incendios; curioso, que los árboles frutales no arden (al no tener resina, que es peor que la gasolina). El día que el cabildo deje de plantar pinos, ese día se habrá comenzado a prevenir los incendios. Los castañeros, no arden ni con bidones de gasoil que se les echen; se apagan cuantas veces se intente prenderles fuego; planten pues castañeros, y tenemos igualmente bosques si es eso lo que quieren o pretenden (no piensan así los exdueños de los terrenos “robados” para plantarles pinos en sus expropiedades o tierras (de labrantío y pastoreo).

9.- Una vez el incendio ha prendido, no hay que retirar a nadie de su casa salvo excepciones contadas [ancianos, enfermos, niños, etc.], sino implicar a todo el mundo en su extinción, como siempre se hizo y fue; que los “especialistas” dirijan y aconsejen, poro dejen al pueblo llano y sencillo apagar y controlar el fuego (con ellos). Dejen –también- grandes espacios de terrenos vacíos de plantas, para que las llamas no se salten y así cortafuegos reales, y no simulacros de los mismos, con el ancho de una carretera (que ésta es otra, a tener en cuenta). No embosca el hombre de campo su tierra, sino que pone aquí árboles y allí lo deja libre para hortalizas y siembra de sementera.

10.- (aunque más [por lo del número]) Fomentar el sector primario –como lo prioritario-, favorecerlo y no multarlo por intentarlo a escondidas el que lo practique. Pueden ver claramente, si no son ciegos, ¡cómo el turista o el turismo, no apagan los fuegos, ni se acercan a los incendios –por potra parte es que no los dejan, como a  nadie, sino a los “especialistas”, siempre lejos de las llamas, mirándolas avanzar, y retirando a gentes de sus casas y de sus bienes, expuestas así para las llamas y sea lo que sea. Y con este sistema, los turistas, hasta vienen menos o no van a venir, porque si son nórdicos (los africanos no vienen de turistas), ya tienen masas verdes de pinos y abetos en sus países, y quieren ver ganadería y agricultura y alimentarse de ellas.

Aunque en algunos puntos, me haya repetido, creo es por aquí por donde hay que ir; y si por soberbia no lo hacen, con el tiempo lo harán. Y ello, porque no hay otras medidas más eficaces que las dichas. No es cuestión de aeronaves y de limpieza por parte de cuadrillas de personal por las orillas de las carreteras, haciendo un simulacro de lo que hacen, dejando bolsas con fonditos de yerba (hierba) dentro meses tiradas por donde pasan, sino que es cuestión de dejar vivir al campesino y dejarlo hacer lo que siempre hizo, como siempre vivió, y no le impidan el trabajo de toda la vida, y se habrá acabado el fuego en las islas.

El Padre Báez

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