lunes, 3 de febrero de 2014

Tecén-Tara...


Tecén -Tara, de Tara a Tecén…

 

… eso fue ayer, día de la Candelaria, la Virgen de la candela o luz (su Hijo), que como peregrinos bajamos y subimos a pie, y estuvimos acompañados durante el trayecto -ida y vuelta-, a ambos lados de la carretera, por todo el recorrido, por la omnipresente tabaiba, que depredadora  e invasora, y absoluta, y totalizadora, eliminado otras especies autóctonas, se adueña de la isla (e islas), sin que nadie la pare porque el cabildo (los cabildos) gracias a las multas, por algún roce con ellas te “jincan” cuando menos 6.000,00 € y ¡menudo chollo el de las tabaibas!, que pasan por ser endémicas, y a punto de desaparecer y extinguirse -cuando el Gran Tabaibal y Tenerifetabaibal y sus otras islas-, así súper protegidísimas, ocupando campos en otros tiempos recientes, llenos de ganadería y de pastoreo, y de agricultura, de siembras y plantaciones... ¡cómo me decía Pepito, de 72 años, mientras rodeados a ambas márgenes de la carretera, en dicho itinerario, que todo aquello se sembraba de trigo, cebada, archita, etc., ahora la tabaiba lo copa todo y ello más allá, hasta donde la vista nos alcanzaba, a la redonda por los cuatro puntos cardinales… Y embabiecados con el carnaval y el fútbol y un tal Lobera que nos hunde y desaparece, este pueblo tabai-ibero, no ve otra lecha que la de la tabaiba (de vacas y cabras ya no, y a tiro a acabar con ellas), de las que ayer tuve que escuchar varios casos, como el de Fran, que tiene problemas con la vista desde cuando -ahora sobre los 50- niño, tuvo el percance con una de las “benditas y santas” tabaibas, que lo dejó por varios días ciego de un ojo, y tanto, que le afectó al otro y desde entonces, ¡gafas de por vida!… y no sigo, porque ya puede sacar la conclusión que quiera el amable y paciente lector. Por mi parte solo pido que algún partido político luche contra Brusela para que la desproteja, sin más, que las tenemos hasta en la sopa (y moriríamos reventados, si las comiéramos o bebiéramos su leche).

 

El Padre Báez.

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