¡Peligros tabaiberiles!...
… que toda la tierra insular, se llene de su nefasta presencia (menos
para el cabildo que le es de gran beneficencia), ya es grave, pero gravísimo le
parece a un servidor, que te las planten en parques, jardines, rotondas, orillas
de carreteras, etc., espacios públicos, en los que por el daño y males que
ocasionan, deben estar alejadas, como la droga, pues es que a nuestros
embellecedores de carreteras, rotondas, parques y jardines, se les han olvidado
los geranios y claveles (de sol [que no necesitan agua]), y solo te ponen estas
-entre otras plantas- peligrosas, con leche amarga como la de las tabaibas al
tratarse de cardones y semejantes, pero no salgamos de nuestra línea
tabaiberil, dado que es la que más prolifera, sin que cebada, ni trigo, ni
millo compita con ellas sin número de ejemplares que lo llena todo y por todas
partes, sin que nadie frene u ose ponerle obstáculo, cortándole el paso, porque
dinero no hay después para pagar multas como a aquel enamorado que por poner en
piedras el amor despechado, arrancó algunas tabaibas -¡amores doblemente
desgraciados!-, pues confesión tal, arrancando algunos ejemplares, están
calculando por pieza y cantidad por cuánto le saldrá su fiebre afectiva o
amorosa. Y es, que con las tabaibas endiosadas, no se juega, te condenan al
infierno de multas que te quitarán la vida y propiedad. Y que vivero tenga el
cabildo de tabaibas, y las expandan, y reforeste la isla es desgracia para el
pueblo, y gracia para ellos, que las vigilan y controlan, pues para eso y por
ello las tienen protegidas (a la par que desprotegen cabras y cabreros, entre
otros aperos).
El Padre Báez.
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