jueves, 27 de febrero de 2014

como Dios que está en el cielo


Ridículo tabaibero…

 

… aquella vieja acequia, de piedra y cal, y que por la loma atravesaba el terreno de este buen hombre, que perdía más de la mitad del agua, por la separación de piedras, por raíces que levantaron el cauce, por el paso de los años, y ¡nada!, dicho y hecho: mi buen hombre se decide cambiar la vieja acequia, por el moderno tubo negro de plástico que empalmado cada equis largos metros, llevará el agua para ser aprovechada, sin perder una gota. Y, ¡manos a la obra! Todo fue cocer y cantar hasta que llegaron -en el acto- los que le preguntaron: ¿qué está haciendo usted?, a lo que respondió: ¡ya lo ve, poniendo esta tubería porque la acequia pierde mucha agua y es más fácil sustituirla por la tubería de plástico que repararla! Sí, pero le preguntamos: ¿qué ha hecho? A lo que amablemente y con educación le repite lo mismo, a lo que los interrogantes aclaran: ¡es que usted ha arrancado una tabaiba! A lo que el acequiero o tuberero, le contesta: ¡sí, es que como estas gomas no se pueden doblar, y siguiendo la línea recta, la tabaiba de por medio, pues como que molestaba y la quité! A lo que le informan: ¡es que usted no ha pedido permiso, para arrancar la tabaiba; la tabaiba está protegida…, vengan los datos personales, para…!

¡Ya saben mis amables lectores, y aunque el razonamiento del antes acequiero y ahora tuberero, fue el siguiente -no hubo consideración, sino aplicación de la ley-, dijo mi buen hombre!: ¿acaso pretenden ustedes, que haga cuatro codos y rodee con manguera la tabaiba? ¡Pues sí, es lo que debió haber hecho!..., ahora, absténgase a las consecuencias (que no les cuento, porque es muy triste y feo).

 

El Padre Báez (el hecho relatado, le sucedió a un feligrés, y como me lo contó, se lo he contado; salvo el final, porque es indignante).

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