“Muy
buenas Padre Báez:
Es curioso que
el Cabildo ponga tanto celo con la conservación de la Tabaiba mientras tiene
nuestro patrimonio histórico, el de los antiguos canarios, en un estado de
conservación cada vez peor (salvo cuando se trata de sacarle cuartos, como en
Agáldar)…”
Me da pie este correo
recibido -entre tantísimos otros- comentando sobre las tabaibas, para darle
públicamente al remitente (que obvio su nombre, como es lógico, y debe ser),
una explicación de celo tan descomunal y desproporcionado en defender la
proliferación hasta la hartura, de una planta basura, o “porquerías” -como me
la define otro amable comunicante-, al encontrártelas de forma exclusiva y
absoluta en todo el territorio insular, ya dedicado solo para ellas, sin que
otras plantas tengan cabida (aunque sean para sobrevivir) pues envenenadora del
terreno, extirpará otras plantas autóctonas y endémicas, y es, que todo esto,
tiene una explicación: llegando a molestar y hasta impedir una vida normal al
tener que convivir con ellas (las tabaibas), es normal que queriendo o sin
querer, arranques algún ejemplar o parte de él, ¡y he ahí su desgracia y he ahí
la suerte de ellos!; pues, me explico y les explico: El cabildo protege dicha
planta, porque ¡menuda industria tiene desarrollada -y no con la leche de la
misma o tabaiba- sino que su apuesta por la defensa de la masiva forestación ,
espontánea -por otra parte- de las tabaibas, es por las multas en relación con
ellas, en número creciente y a más, al ser más y más las tabaibas, todo ello
redunda en la economía cabildicia, que ve cómo revierte en sus arcas los
dineros que de ellas devienen. No es por tanto, el amor a la botánica, sino la
forma de obtener fondos para balón cesto, parque móvil del personal que pasea,
matar cabras a tiros, plantar pinos indefinidamente hasta obtener la isla
recupere el estado del siglo XV, etc., etc.
El Padre Báez.
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