domingo, 9 de febrero de 2014


“Muy buenas Padre Báez:

  Es curioso que el Cabildo ponga tanto celo con la conservación de la Tabaiba mientras tiene nuestro patrimonio histórico, el de los antiguos canarios, en un estado de conservación cada vez peor (salvo cuando se trata de sacarle cuartos, como en Agáldar)…”

 

Me da pie este correo recibido -entre tantísimos otros- comentando sobre las tabaibas, para darle públicamente al remitente (que obvio su nombre, como es lógico, y debe ser), una explicación de celo tan descomunal y desproporcionado en defender la proliferación hasta la hartura, de una planta basura, o “porquerías” -como me la define otro amable comunicante-, al encontrártelas de forma exclusiva y absoluta en todo el territorio insular, ya dedicado solo para ellas, sin que otras plantas tengan cabida (aunque sean para sobrevivir) pues envenenadora del terreno, extirpará otras plantas autóctonas y endémicas, y es, que todo esto, tiene una explicación: llegando a molestar y hasta impedir una vida normal al tener que convivir con ellas (las tabaibas), es normal que queriendo o sin querer, arranques algún ejemplar o parte de él, ¡y he ahí su desgracia y he ahí la suerte de ellos!; pues, me explico y les explico: El cabildo protege dicha planta, porque ¡menuda industria tiene desarrollada -y no con la leche de la misma o tabaiba- sino que su apuesta por la defensa de la masiva forestación , espontánea -por otra parte- de las tabaibas, es por las multas en relación con ellas, en número creciente y a más, al ser más y más las tabaibas, todo ello redunda en la economía cabildicia, que ve cómo revierte en sus arcas los dineros que de ellas devienen. No es por tanto, el amor a la botánica, sino la forma de obtener fondos para balón cesto, parque móvil del personal que pasea, matar cabras a tiros, plantar pinos indefinidamente hasta obtener la isla recupere el estado del siglo XV, etc., etc.

 

El Padre Báez.

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