Por un covacho:
Sabido es de sobra, que si los guanches, nos dejaron algo, que sobresale, son cuevas. Por todas partes, hay cuevas. Cuevas, que en muchísimos casos siguen siendo usadas hasta el presente, por sus características termófilas, frescas en verano y tibias en invierno; las tenemos de todas formas, por más que sobresalen las cruciformes. Pasa, que al ser reutilizadas, fueron en más de un caso, ampliadas y deformadas. Las hay de reciente cuño, como las que corresponden a poderosos señores, que venidos del área militar, político o cabildicio, han hecho cuevas reales, para el recreo, las fiestas, y para presumir de lo grande, rompiendo para ello, toscas, riscos, laderas, cercados, etc.
Pues, les vengo con esta introducción, a tratar un tema, al que me da hasta miedo. Me lo dice la gente del campo, y solo por eso es creíble, dado que el hombre del campo, es hombre de palabra, y no dado a inventar, y menos a mentir, que su palabra es documento, y sobran papeles. Pues, que van y vienen y me cuentan –en plural- que a un pobre diablo, que se le ocurrió, el gravísimo delito de hacer un covacho, donde guardar la herramienta de su trabajo en el campo..., digo que covacho y no cueva (que la diferencia es abismal: el covacho es un arrimo, sin más que un horadar mínimamente, y que sirva de rincón donde poner algo; y una cueva, es el lugar de habitación, por tanto con altura de techo y ancho de cama, que mi buen hombre, en mala hora, se le ocurrió tamaño capricho, porque visto –lo ven todo, como Dios- por seprona y medio ambiente, lo primero que le dicen es si tiene permiso (¿permiso, para hacer en lo mío, lo que me dé la gana?), y toda vez, que ni por la cabeza (¡ni loco que estuviera!), se le pasó, pedir permiso para ese arrimo, donde guardar sus herramientas, le salió la broma por 150.000,00 euros (lo voy a poner con letras, para que no haya equívoco alguno): cincuenta mil euros, por hacer un covacho, para guardar sus herramientas.
Esto es, ya caer en el mayor de los sin sentidos. O esto se para, o no hay quien asome la jeta por la tierra; que tampoco es esa la solución. La tierra, debe seguir dando lo que siempre nos ha dado: la comida, y si para guardar, la fucha, la asada, la jose, un cabresto, un barde, un lo que sea, se hace un arrimo en el terreno, ¿qué le va a nadie, y ni qué permiso ni ocho cuartos, hace falta, si todo lo que se hace entra dentro de la cordura y normalidad? Pero, gracias dé a Dios, mi buen y abusado hombre –que pagó religiosamente, para no vérselas en peores (le embargan y le quitan la tierra)-, que no se le ocurrió, meterse en una cueva estanque, como pretendía, para almacenar el agua y tener para el riego, como es uso y costumbre y estilo y manera tradicional, porque si de estanque se hubiera tratado, la multa, era como para no volver a levantar cabeza, y si el estanque con agua, hacer lo que otros, echarse al agua y ahogarse, que es lo que pretenden, dado el acoso y derribo, al que tienen sometido al pobre y desgraciado hombre del campo, que solo tiene la desgracia de no estar en la administración o vistiendo un uniforme cualquiera, para vivir, sin dar golpe, y cobrando por no hacer nada, porque si hace algo, vigilado y observado fijo, cae al cien por cien, sea por lo que sea.
Este estado de cosas hay que pararlo ya. Este pueblo, no debe permitir, se les escarranchen encima y les den palos de muerte, y los estrangulen, sin dejarlos asomar las narices sobre tierra alguna; que solo pretenden vivan como ratas, metidos en sus casas, viendo fútbol y carnaval, sin echarle un puño a la cabra, y sin que dé un mochazo al terreno, justo lo que habría que hacer, estimular y ayudar, y no negar, imposibilitar y castigar por todo y por nada, de manera desproporcionada, como a aquel que se ahogó, ante una sentencia de 300.000,00 euros y 6 (seis) meses de cárcel dejando viuda, y dos huerfanitas (3 y 12 años), por el “delito”, de ensanchar un camino, para poder llegar hasta su tierra de cultivo y cultivar.
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