sábado, 27 de agosto de 2016

inri...

Para más inri, los pinos de fuera...
... tienen hojas más pequeñas que los pocos que hay y son de aquí (el negocio pasa por los de fuera); y esto quiere decir, que al ocupar mayor superficie, en sus funciones de evaporación y de fotosíntesis, nos proporcionan con los consiguientes daños, porque no solo pierden más agua, sino que requieren más agua para la siguiente operación de fotosíntesis.
Y dadas las altitudes en las que nos toca vivir, los pinos con los que compartimos espacios, ellos  requieren de las toneladas de aguas que no tenemos, consumiendo cantidades incontables de agua, al tratarse de una evapotranspiración más rápida. Y son ellos, sin lugar a dudas, los que según expertos-expertos (no los “técnicos” del cabildo), los que hacen descender y son los culpables números unos en el descenso del nivel freático o aguas subterráneas, pues las succionan hasta tal punto que desecan fuentes, remanentes, barranquillos, etc., pero que no acaban ahí los males de estos más que desgraciados pinos con los que el cabildo nos inunda, sino que, como no son de grandes copas -y es más que evidente-, en estas plantaciones de pinos, las lluvias caen con gran rapidez, con lo que se produce un impacto muy fuerte haciendo perder toneladas de tierra o suelo, en otros tiempos fértiles en organismos. Pero, queda mucho por descubrir de estos más que desgraciados pinos, ya que el cabildo con el fin de mantener estas especies exóticas que nos cuelan, usan para ellos fungicidas e insecticidas en tales proporciones que con el fin de evitar que se pudran o enfermen, contaminan  no solos las aguas sino de paso y también los suelos o terrenos (hay más)...
El Padre Báez, que les informa a sus amigos, que a pesar de los estudios que se han hecho y se hacen, nuestros “técnicos”, no se enteran o si lo saben lo callan por lo del puesto de trabajo y sueldo, siguen tozudos defendiendo lo indefendible, siguen por Veneguera y a más, durante cuarenta años más, porque dicen, que no está demostrado -dicen- ni comprobado con suficientes estudios y seguridad, los pinos tengan tanta influencia negativa, como se les atribuye, pues como dice el refrán,: no hay peor ciego que el que no quiere ver, pues en ello seguimos sin adentrarnos sino por ahora solo en el pórtico.
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Curioso, que ayer en la Misa del entierro de un hermano sacerdote, en San Agustín observé que Arencibia, el escultor teólogo de Telde, esculpió (en bronce) toda clase de árboles y arbustos, y por más que lo miraba y remiraba, no vi -es que no está- ningún pino. Por lo que si una imagen vale más que mil palabras ahí les dejo uno (busquen en google: retablo de San Agustín de Las Palmas de G. C.): Santa Mónica y su hijo Agustín -cannariis-, el personaje núm. tres, después de Cristo y san Pablo:image
Luis Arencibia Betancort
Nació en Telde (Gran Canaria) el 4 de mayo de 1946. Licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas. Licenciado en Filosofía y Letras. Técnico superior de Administración. Grabador y escultor. Ha publicado libros de cuentos y grabados. Tiene obras en distintos Museos e Instituciones. Ha realizado esculturas públicas en Madrid, Andalucía y Canarias. En iglesias, ha realizado el Retablo de esta Parroquia de San Agustín y la Fuente Bautismal, Retablo y Cristo Crucificado para la Parroquia de la Sagrada Familia en Las Palmas de G. C., Retablo de la Iglesia de Ntra. Sra. de Butarque, siglo XVI, patrona de Leganés (Madrid) y Retablo de la Iglesia de San Nicasio, siglo XVIII, también en Leganés.
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“... una sola cosa me hacía desear que mi vida se prolongara por un tiempo: el deseo de verte cristiano católico, antes de morir. Dios me lo ha concedido con creces, ya que te veo convertido en uno de sus siervos...” (palabras de santa Mónica dirigidas a su hijo san Agustín, obispo, contadas por éste en el libro de las Confesiones).

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