Para más inri, los pinos de
fuera...
... tienen hojas más pequeñas que los pocos que hay y
son de aquí (el negocio pasa por los de fuera); y esto quiere decir, que al
ocupar mayor superficie, en sus funciones de evaporación y de fotosíntesis, nos
proporcionan con los consiguientes daños, porque no solo pierden más agua, sino
que requieren más agua para la siguiente operación de fotosíntesis.
Y dadas las
altitudes en las que nos toca vivir, los pinos con los que compartimos espacios,
ellos requieren de las toneladas de
aguas que no tenemos, consumiendo cantidades incontables de agua, al tratarse de
una evapotranspiración más rápida. Y son ellos, sin lugar a dudas, los que según
expertos-expertos (no los “técnicos” del cabildo), los que hacen descender y son
los culpables números unos en el descenso del nivel freático o aguas
subterráneas, pues las succionan hasta tal punto que desecan fuentes,
remanentes, barranquillos, etc., pero que no acaban ahí los males de estos más
que desgraciados pinos con los que el cabildo nos inunda, sino que, como no son
de grandes copas -y es más que evidente-, en estas plantaciones de pinos, las
lluvias caen con gran rapidez, con lo que se produce un impacto muy fuerte
haciendo perder toneladas de tierra o suelo, en otros tiempos fértiles en
organismos. Pero, queda mucho por descubrir de estos más que desgraciados pinos,
ya que el cabildo con el fin de mantener estas especies exóticas que nos cuelan,
usan para ellos fungicidas e insecticidas en tales proporciones que con el fin
de evitar que se pudran o enfermen, contaminan
no solos las aguas sino de paso y también los suelos o terrenos (hay
más)...
El Padre Báez, que les informa a sus amigos, que a pesar
de los estudios que se han hecho y se hacen, nuestros “técnicos”, no se enteran
o si lo saben lo callan por lo del puesto de trabajo y sueldo, siguen tozudos
defendiendo lo indefendible, siguen por Veneguera y a más, durante cuarenta años más, porque dicen, que
no está demostrado -dicen- ni comprobado con suficientes estudios y seguridad,
los pinos tengan tanta influencia negativa, como se les atribuye, pues como dice
el refrán,: no hay peor ciego que el que no quiere ver, pues en ello seguimos
sin adentrarnos sino por ahora solo en el pórtico.
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Curioso, que ayer en la
Misa del entierro de un hermano sacerdote, en San Agustín observé que Arencibia,
el escultor teólogo de Telde, esculpió (en bronce) toda clase de árboles y
arbustos, y por más que lo miraba y remiraba, no vi -es que no está- ningún
pino. Por lo que si una imagen vale más que mil palabras ahí les dejo uno
(busquen en google: retablo de San Agustín de Las Palmas de G. C.): Santa Mónica
y su hijo Agustín -cannariis-, el personaje núm. tres, después de Cristo y san
Pablo:
Luis Arencibia
Betancort
Nació en Telde (Gran Canaria) el 4 de mayo de 1946.
Licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas. Licenciado en
Filosofía y Letras. Técnico superior de Administración. Grabador y escultor. Ha
publicado libros de cuentos y grabados. Tiene obras en distintos Museos e
Instituciones. Ha realizado esculturas públicas en Madrid, Andalucía y Canarias.
En iglesias, ha realizado el Retablo de esta Parroquia de San Agustín y la
Fuente Bautismal, Retablo y Cristo Crucificado para la Parroquia de la Sagrada
Familia en Las Palmas de G. C., Retablo de la Iglesia de Ntra. Sra. de Butarque,
siglo XVI, patrona de Leganés (Madrid) y Retablo de la Iglesia de San Nicasio,
siglo XVIII, también en Leganés.
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“... una sola
cosa me hacía desear que mi vida se prolongara por un tiempo: el deseo de verte
cristiano católico, antes de morir. Dios me lo ha concedido con creces, ya que
te veo convertido en uno de sus siervos...” (palabras de santa Mónica dirigidas a su hijo
san Agustín, obispo, contadas por éste en el libro de las
Confesiones).
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