Tabaibolear…
“Dejad que el grano se
muera
y venga el tiempo oportuno;
dará cien granos por
uno
la espiga en primavera…” (del
himno de Hora intermedia del Oficio de difuntos).
“… el Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su
fruto…” (del salmo 84).
… es el verbo, que se desprende del término o palabra,
sujeto o nominativo “tabaiba”, y que como comporta una acción, en este caso se
trata del hecho de plantar o permitir surjan por doquier (por todas partes),
esta planta de tan mal gusto, que solo al cabildo gusta por la leche que les da,
y no me refiero a la pegajosa de la planta, sino la de euros, que por multas
relacionadas con esta basura de planta ponen a diario por toda la geografía
insular, y tanto que alguien que fue a pedir permiso, para arrancar algunas y
volver cultivable su cercadito, la respuesta fue enseñarles en la mesa una tonga
de papeles de los que la agente femenina le dijo: ¡ni se atreva!, porque mire, mire esa
tonga de papeles, son multas por lo mismo, así que si no quiere engrosar esa
tonga, ni toque sus tabaibas, (y coma
mierda, esto no lo dijo la fina y muy educada agente, bien experta en leyes
y en asuntos tabaiberiles, pero como si lo hubiera dicho o lo dijera, con otras
palabras: ¡ni se atreva!). Y así vea
los ojos de Dios, quien me daba razón del hecho, no miente, ni más que lo
fuercen a ello, que es hombre de principios, y por ser honesto en lugar de
emprenderla sin más, de noche y sin testigos contra sus tabaibas invadiendo su
primero cercado de y para papas, fue a solicitar permiso y esa fue la respuesta:
¡ni se atreva! Es decir, no se atreva
usted, que suena a amenaza, y lo es, cultivar algo en lo suyo, si tuvo la
desgracia de que por un descuido, o por dejar en barbecho un año de descanso el
terreno, se le llenó de tabaibas, y ahora de por vida, como si usted ya no
tuviera terreno, porque protegida la tabaiba, se las cuentan y la multa, le
puede costar la vida, que es lo que hace el bruto tabaibero, cuando por
vergüenza y nobleza, no quiere ir a la cárcel y pagar por lo que en su intención
y mente no es delito: limpiar de basura su terreno, para plantar de lo que poder
vivir, sin robar y sin hacer trampas, sino honradamente ganarse el pan con el
sudor de su frente que dice el Génesis, y no se lo dejan o permiten, porque
¡mire esa tonga de papales –según me señalaba con las palmas de las manos
vueltas hacia dentro, cosa de unos 25 centímetros de grosor-, solo en
expedientes de otras tantas multas por notificar (que se me pasaba este
detalle), que las otras ya seguían su curso, y no sobre la mesa notificadora.
Así que usted, si tiene unas tabaibas nacidas en su terreno, ni las toque, ni
las arranque, ni les haga daño, porque métase bien en el morro (o cabeza), lo
de: ¡ni se atreva! Que es la
voz del cabildo amenazante -por una vez y voz torpe de fémina en mesa del miedo
ambiente- y en este caso indulgente, porque de no producirse ningún atentado a
las tabaibas, ¿de qué iban a cobrar tanto agentes y personal del miedo, cabildo
y otros? Así que a esta agente, si se enteran la echan del puesto, porque si
todo el mundo, se apuntara a no atreverse, estos del cabildo se morían de
hambre, porque no entrándoles dinero de las multas, ¿de qué y dónde iban a
cobrar? Además, por no tener trabajo en asuntos de multas, irían al paro. Por
tanto mi recomendación: ¡ni se atrevan! Y a ver de
dónde cobran, cuando no pongan multas por las
tabaibas.
El Padre Báez.
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Toda vez ayer fue día de todos los difuntos, y antes de
todos los santos, se entiende este texto, con referencia a las
tabaibas:
“Padre
Báez, desde casa descansando un poco del Hospital. Te deseo lo mejor en este día
que alumbra nuestro futuro con el Padre; claro, ¡sin tabaibas!…” (P.
M.).
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