Las tabaibas lo impiden…
“… siegas lo que no siembras…
siego lo que no siembro…” (Jesucristo Lc 19, 11-28).
“… han cerrado sus entrañas y
hablan con boca arrogante, ya me rodean sus pasos, se hacen guiños para
derribarme, como un león ávido de presa, como un cachorro agazapado en su
escondrijo…” (del salmo 16).
“... se levantan contra mí...
respiran violencia...” (del salmo 26).
“... la red que me han
tendido..,” (del salmo 30).
… la resurrección de la agricultura. La agricultura está
muerta o casi moribunda, y si viva con rostro cadavérico. Es decir, el sector
primario ha desaparecido y lo que queda es residual, testimonial, minúsculo y
ridículo. Y, sabido es, que la agricultura, puede -no puede, sino debe y puede
crear-, crea trabajo. La agricultura requiere manos en la obra, movimiento y
entrega a la tierra, la misma que no da descanso al que a ella se entrega, y es
tan benévola y agradecida, que de inmediato el que se ocupa de ella come de
ella, y trabaja, que es lo primero y a la par se come. Pero, desgraciadamente
para esta isla e islas, se destruye -en lugar de crear trabajo- y ello cada día;
el abandono del campo, por culpa de la persecución, trabas, dificultades,
multas, normativas, etc., etc. cada vez tenemos menos agricultura, y ello sin
que nadie desde la administración reduzca dificultades y facilite la vuelta o el seguimiento -continuar en la
tierra como siempre se hizo- en lo primario, que es comer y trabajar en la
tierra y de la tierra. Y es de maldad supina y de razones muy ocultas –o no
tanto- que lo que da trabajo sea imposibilitado, perseguido y castigado, con la
consiguiente prohibición. El campo da trabajo y lo tienen cerrado, vetado,
prohibido y castigado si lo hace. Es de demencia y de incomprensión total y
absoluta. No hay lógica. Y es que la agricultura debe revivir. Decía al
comienzo, hay que resucitarla, devolverla a la vida, y poder vivir de y en ella,
que nos da trabajo y comida, paz y alegría, sociabilidad y economía, etc.,
etc.
Pues, por culpa de la tabaiba (y con ella las retamas,
zaras, cañas, pitas, etc., etc.,) protegidas –y este es el pretexto-, impide que
nada se pueda hacer en ninguna finca, cercado, cadena o cacho de tierra, porque
si se nació una planta basura -protegida- ya no se puede hacer nada en el campo,
sino cual paisaje declarado mirarlo, pero viendo en él la muerte de la
agricultura. No se ve un animal en el terreno, ni a naide que lo trabaje. ¿Podemos o no Podemos vivir de la tierra? ¿Es que nos
vamos a cruzar de brazos, pararnos y aquietarnos (viendo y oyendo mucho fútbol),
para que sean otros los que lo hagan y luego nos lo manden sin saber en qué
condiciones, y que además nos arruinarán por los precios y en la vida con
enfermedades al tratarse de productos que nuestro organismo rechaza y nos mata?
Pues muerte de la agricultura y de paso la de la propia vida tabaibera. Total
una doble ruina: económica y vital, y en ello la complacencia y firma de los que
mal nos gobiernan, por poco me sale lo de mal rayo los partan; pues dicho
queda.
El Padre Báez.
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La idea no está mal; será cuestión de pensarlo. Se le
agradece al amigo la sugerencia:
Padre
Báez, ¿por qué no haces un día una marcha con un grupo de gente contra el mal
ambiente que dan las tabaibas? Tal vez una manifestación ayude a tomar
conciencia del problema de nuestra
tierra....
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