Gallinas tabaiberas…
“… aplácate, dame respiro…”
(del salmo 38).
““… os echarán mano, os
perseguirán…” (Jesucristo Lc 21, 12-19).
… lo verán… y se reirán…” (del
salmo 51).
“… ruina… en su libertinaje…
llevados de la codicia, os explotarán…” (del la segunda carta de san Pedro 2,
1-9).
“… se acercan con piel de
ovejas. Pero… son lobos rapaces…” (Jesucristo Mt 7, 15; 24, 11. 24).
“… ¡ay de la tierra privada del colono que la
cultive!... privada del cultivo diligente… hallándose abandonada, llena de
espinos y de abrojos, en vez de producir frutos…” (de las
homilías atribuidas a san Macario, obispo).
“… cobardes se ciñen de valor…”
(del cántico primero de Samuel 2, 1-10).
… ¡con lo bonitas que son verlas correr cuando alguna huye con un
gusano, o verlas escarbar y revolcarse en la tierra, y nada digamos de su canto
o cacareo cuando ponen, etc.!, que a mi gran amigo, cuyo nombre y lugar
obviaré, para mantener su anonimato, no sea se burlen y rían de él. Les cuento:
mi amigo, al que el miedo ambiente con el Seprona y cabildo le prohíben plantar
papas, millo, o lo que sea y además, no le permiten tener una cabrita, ¡nada
digamos si se tratara de una vaca!, optó por poner un gallinero y así poder
comer de sus gallinas, y de ellas –en número 18 (ponedoras [que las pollonas
estaban aparte])-, los malditos perros -recuérdese cuando se decía “¡perro maldito p´a los infiernos!” o el
guayota (perro lanudo negro) de los
guanches, que le abrieron al gallinero de mi buen y gran amigo, un agujero
mayor, por donde se colaron -no sabemos cuantos perro o si uno solo- que a sus
anchas y en la nocturnidad, dieron con la vida de las gallináceas por los
suelos, y sin comerse carne alguna sino chupándose la sangre de las mismas, no
dejaron una viva, las 18 gallinas desparramadas (un par de carruchas de ellas
al estercolero [¿o no va a mandar el cabildo el camión fúnebre recoge animales
muertos para mandarlos a Zaragoza?, y encima cobrar a mi pobre y gran amigo el
importe de traslado e incineración de las gallinas del país (que si jabás unas,
las otras negras, blancas las terceras, etc., -no de las de granja, cuyos
huevos saben a mierda y nada se parecen a las nuestras de toda la vida, que son
las que tenía mi amigo-), pues, que: a diario recogía más de un cartón, por
aquello de que no todas ponen todos los días -que dos al día ponen las otras,
esas de granjas-, pues que del orden de 10-11-12 y hasta 14 huevos cada
jornada, daban para hacer unos euros, y para no faltar en la comida, que si
fritos, sancochados, y de batido con lo que sea, el caso es que mi gozo en un
pozo, pues, uno o más de un perro asilvestrado –las gentes con la crisis no los
pueden tener y los suelta en el campo, y se están apoderando del mismo y de tal
manera, que hasta miedo da andar por esos andurriales, a deshora o de noche,
porque hambrientos, no sabe uno ni de lo que son capaces. Y es el caso, que mi
pobre amigo, con mil trabajos y sacrificios, todo un santo año cuidando de sus
gallinero y gallinas, para que se las chupe -la sangre- y deje muertas un
tenderete de ellas, ¡vamos todas! Y escaparon las pollonas, hasta nueva
embestida, porque es que rompen telas de gallinero y lo que se ponga delante
con tal de saciar sus hambres y sed de sangre, pues son caníbales por naturaleza
y así lo dice bien a las claras sus poderosos caninos, que te los muestran
cuando te rugen amenazantes en su defensa o ataque, que los del sepro y el
miedo, los dos ejércitos del cabildo, no te los persiguen sino a los tres
desgraciados -es un decir- que van quedando por esos campos imposibilitados por
prohibición y multas si cogen una azada o una jose para arañar y limpiar la
tierra, con ¡multa que te pego, y mientras los perros -esa perrera en la que se
ha convertido la puta isla que nos toca vivir-, a sus anchas destrozando
gallineros, comiéndose las gallinas (viviéndose su sangre), y estos uniformados
detrás -no de los perros- sino de los pobres campesinos. Y el de mi relato o
crónica, que no cuento, ya dije todo un año cuidando sus gallinitas de su alma,
para este final. ¡Y mira que las mimaba, llevándoles hierbas, hojas de coles,
cáscaras de lo que fuera, con tal de que
sus huevos -los de las gallinas- fueran ecológicos sin millos transgénicos y
otros venenos de piensos y demás escorias enfermizas, para sacar un par de
carretillas de gallinas muertas, matadas por los perros, (y a ver quién le
repone sus gallinas matadas por unos perros asesinos que andan sueltos, sin que
el seprona, el miedo ambiente y el cabildo se enteren) perros que deambulan por
el territorio insular, volviendo a épocas contemporáneas de los guanches,
cuando ya los mismos tenían que dormir encima de los árboles, para verse libres
de sus caninos y poder escapar con vida, que así lo cuenta la Historia, pues
estamos volviendo a esos tiempos si Dios no lo remedia y según me consta Dios
en esto no se mete, que respeta tanto a los hombres, que algunos insensatos los
tienen como dioses, pues ya hemos visto en Facebook, cómo una mujer con pecho
al aire amamanta a su mascota, y sin vergüenza delante de sus amigas o vecinas,
como lo más natural, ¡amamantando una mujer a un perro!, ¡así vea los ojos de
Dios! Y nada es extraño ver a una mujer con tres perros los que no te dejan
dormir, y ni alcalde, ni miedo ambiente, ni Seprona, ni nadie le manda quitar
esos perros que hasta los oigo si me habla por teléfono mi amigo, los ladridos
a cualquier hora del día y noche, que es para volver loco a cualquier cristiano
o no, sencillamente, ¡esto no puede ser! Pero, es que hemos caído a lo más
bajo, y esta sociedad cínica (cínico
viene de can [en latín], y quiere
decir en griego, perrun@). Nuestra sociedad se ha vuelto perruna en lugar de caprina
o cabruna, y así a unos feligreses míos que después de Misa sacan a pasear a sus
cuatro perros, le dije mejor llevaran un par de cabras, pero no: se nos ha
educado en el amor y cuidado y tenencia de perros, que es una perraza
inaguantable, y hasta me quedé asombrado cuando una que podía padecer Ébola con
tal de evitar el contagio le mataron el perro, y la noticia ha dado la vuelta
al mundo con creces ante cualquier otro tema (la misma enfermedad y su
curación), que lo del perro muerto o sacrificado trae cola para rato. Es decir
una sociedad deshumanizada que comienza a emperretarse, con lo que darán
atención antes a un perro con hambre que a una
persona, es decir: hemos perdido el norte. Y como no quiero cansarles no
sigo, pero, por favor, hágalo usted
mismo después de lo leído.
El Padre Báez.
Así vea los ojos de Dios: esta
mañana, alguien me ha dicho: las seis gallinas que tenía se las mató y comió un
perro, el mismo que se había comido otra que se quedó fuera del gallinero días
atrás, pero esta vez, es que destrozó el gallinero para acceder al mismo y allí
estaban los restos de las gallinas. Ahora, sin huevos. Ha reforzar el gallinero
y a buscar quien me dé algunos pollitos y volver a empezar, por lo pronto a
esperar.
El Padre Báez.
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