miércoles, 13 de junio de 2018

Lo que va de ayer a hoy.
 
Lo que va de ayer a hoy. Volvíamos de una de nuestras semanales grabaciones para la televisión mundial, en el coche de Juan Antonio, con el guanche, Don Jacinto y un servidor, y a la luz de lo que habíamos visto y oído, se comenzó a nombrar hierbas, que en nuestra niñez o antes habían y que han desaparecido; el listado fue enorme y tanto, que no es de reproducirlo, porque alargaría este breve o corto escrito diario, y me sorprendió, que hasta Juan Antonio, a pesar de su corta edad de treintañero, aportaba al listado con nuevas plantas desaparecidas y que conoció en su niñez, y ya no las ve por ninguna parte o lado. Y entonces fue –después de también mi aportación a ese listado- cuando expliqué y dije: “... al margen de la lluvia, el problema que causa esa desaparición de nuestra rica y variada flora, es que al desaparecer las cabras en el pastoreo, y por tanto sueltas, ellas que se encargaban de la reproducción o “siembra” o “cultivo” de toda esa flora, pues lleva la semilla en las cagarrutas, que depositadas aquí y allá hacen que con las frescura o primeras lluvias, esas semillas germinen teniendo como tienen el abono básico para nacer, pero que cuando se homogeniza el terreno, se empobrece, y cuando todo se llena de tabaiba colonizadora y envenenadora, impide que cualquier otra planta vuelva a crecer, aparte de lo primero, el transporte de las semillas, es que la maleza existente (tabaibas y otras), impide que salgan y se reproduzca lo que siempre desde que el mundo es mundo siempre hubo o teníamos, que lo que es al presente, solo tenemos pinos y tabaibas (ambos envenenadores, que impiden nazca algo), y por si era poco lo dicho ya varias miles de veces, el cabildo nos mata las cabras reproductoras –aparte de la leche- se termina y acaba lo que salió de las manos de Dios desde el lejanísimo día o período de la Creación, que al presente, por mor de un cabildo asesino, mata cabras y mata tierras, con la única plantación de todo y de solo pinos, pretendiendo doblar o duplicar el número de pinos plantados, en cuya proporción, pero a la inversa, desaparece lo que antes había, y ya no hay...”
 
El Padre Báez, Pbro. 13-06-18

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