La música que en toda casa
canaria había era la de las cencerras
La música que en toda casa
canaria había era la de las cencerras, junto con los balidos de cabras.
Pues decir o hablar de Canarias es asociarla irremediablemente a las cabras, que
nos son inseparables, al menos hasta no hace mucho, pues, ¿de dónde la leche a
tomar y el queso que “acondutaba” el gofio amasado de cada comida y así
todo el santo año? Las cabras las hemos tenido desde siempre pues ellas llegaron
a las islas antes que nosotros mismos, traídas o puestas aquí por los romanos
para preservarlas de los bárbaros después convertidos en
bereberes, que han supuesto ser la auténtica Historia,
cargada de la más rica tradición y condición, pues fueron y sería la economía y
vida de esta región o archipiélago. Han sido las que nos han salvado del hambre
y por ello han sido las dadoras de nuestra vida, que por otra parte supuso ser
el trabajo o el complemento de éste para sobrevivir. No había casa sin ellas, y
su puesto era detrás y junto a la casa, cuando no en chozas, y hasta en las
mismas azoteas o patios, formaban parte de la “familia”, y se las tenían tan
cercas como posible fuera, de tal forma y manera que la cabra siempre estuvo
presente en cada casa y familia canaria, y ello desde siempre. No se entiende
Canarias y su Historia sin las cabras, son parte esencial de nuestra Historia y
vida. Imposible hubiera alguien o familia sin cabras, las tenía todo el mundo.
Atender a las cabras era la actividad principal y a ello se nos enseñaba desde
pequeño (vuelto del trabajo el padre, visitaba las cabras y revisaba pesebre y
cama, y como resultado de ello, el pleito o enfado paterno, por no haber
atendido a las cabras lo suficientemente bien, pues era algo prioritario. Se
compraba y se vendía una cabra con gran alegría o como un drama, ¡y nada digamos
del parto, y cómo se adoptaba desde la niñez, este o aquel baifo recién nacido,
sacrificándose por lo general el baifo macho, o su venta, y hasta el mismísimo
cuero, y por descontado el estiércol -para la tierra o como complemento de la
economía familiar, ¿qué decir de aquella leche ordeñada en escudilla con un
fondo de gofio, o simplemente unas sopas de pan en la leche con un poco de sal?
¡Una delicia o exquisitez!, aparte el beletén, y por descontado el queso tierno
o curado? Cada cabra tiene su biografía, su Historia, afectos y cercanía ¡y
tanto que las lágrimas aparecían en su muerte o venta por parte de sus dueños
yo vi llorar a mi madre en uno de estos casos [en la venta de una vaca, al paso
por delante de la ventana, donde ella se escondía, para no verla salir o
pasar]). Ahora bien, ¿qué nos depara el presente, cuando el cabildo las mata?,
¿Cuál va a ser el tiempo por venir?, ¿se acabarán o exterminarán las cabras?
Sería como borrar el pasado, e ignorar cuanto en apretado resumen va quedando
arriba, y en el pasado aún presente venido a muchísimo menos, a casi nada. Para
nuestra desgracia, nos traerán leche y queso de fuera, que no son ni la sombra
del nuestro.
El Padre Báez, Pbro.
15-06-18
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