POPURRÍ 639:
En el Año de la Fe (263): “...
limítate a creer -dice san Columbano, abad- pero con firmeza...”
Al habla el historiador (263):
¡Cómo nos engañan...
... se afianza, balance muy bueno, mejor, nos
consolidamos...
Mientras, los cabezas de partidos
políticos y jefecillos de grupos políticos...
... metidos
a escritores. ¡Se las saben todas, menos sacarnos de la crisis en donde nos
metieron!
Propongo, que exportemos pinocha...
... tal vez el mundo la necesite, y de paso, nos
libramos de incendios.
Los pastores ahora...
... en los Museos; pues, menos es nada. Al menos
haya recuerdos de ellos.
Entre
tantos libros por leer...
...
con humildad, les propongo los míos (el último es: “La Cueva Guanche”).
Crían
cuervos...
...
en lugar de criar cabras.
Si
no comemos, no importa...
... que al menos fútbol, no nos falta a todas horas,
todos los días (¡y noches!) Estémosle agradecidos.
Tampoco nadie se puede quejar de ronerías, fiestas,
procesiones, etc.
... algún pequeñito barrio de cuatro vecinos, tiene hasta
más de un mes de programación.
También
nos entretienen con lo de Bretón...
... el que no se distrae, es porque no quiere. ¡Y es un
amargado!
Por
arrancar un pino que le molestaba, y le iba a tirar la casa...
... le metieron 25.000,00 euros de multa.
Al
que plantó un olivo, y arrancó tres cerrillos...
... le metieron 600,00 euros de multa.
Por meter fuego, dentro de un bidón, con mangueras de
agua en la redonda, y sin un pajullo en una milla, y sin viento...
...
un helicóptero sobrevolándolo y hablando con el incendiario, que: “... qué
pasaba...” Le llegó la multa, ¡y no le cuento!
Por
llevar el carnero en un camión no adaptado al bovino...
... 6.000.00 euros (un millón de pesetas). ¡Pobre
pastorcito mío!
Por
un camino, cortando ramas de retamas...
... 300.000,00 y 6 meses de cárcel (¡se ahogó el pobre,
dejando viuda y dos huerfanitas!). Esto, lo he repetido, pero para que no se
olvide.
Hay
más, pues, cada hombre del campo te cuenta la suya...
... y es que no se libra nadie. ¡Ni las abuelas!
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“... Señor, dame mi parte de alegría...” (Del himno de
Laudes).
“... ensalzaré a mi Dios..., y me alegraré de su
grandeza...” (Del cántico de Tobías).
“... con él se alegra nuestro corazón...” (Salmo 32).
“... concédenos ser la alegría de cuantos nos rodean...” (De
las preces de Laudes).
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Buscando delincuentes en el campo:
Eso, aunque parezca mentiras, es lo que hace
el cabildo, que envía a sus depredadores del miedo y del sepro, para vigilar,
asechar y sorprender a todo campesino haciendo algo para multarlo. Y no ya por
casualidad o denuncia, sino por medio de un recorrido por tierra y por aire,
con sus helicópteros y sus rancheras, buscando y mirando a ver quién se mueve,
qué hace, para que sea lo que sea, prohibirle seguir haciendo eso, y a renglón
seguido multarlo. Y así, cuando esto hacen, lo que están consiguiendo es que el
campo se descampesine, se apelmace y se embosque, combatiendo con sus salidas
con móvil en mano y cámara de fotos, para avisar desde el coche dónde se hace
algo (reparación, siembra o lo que sea), para que cogido con la mano en la
masa, castigar y reprimir cualquier acción que se pretenda o haya comenzado,
cosa que ha de quedar interrumpida de inmediato, y ya después por años sin
límite en un proceso de permisos, sanciones, cartas, pliegos, respuestas, etc.,
etc., y al final multa que te pego, sin remedio alguno, por algo anodino e
insignificante, y sin materia y sin ánimo de delinquir, sino hacer lo que
siempre se hizo, con lógica y con sabidurías milenarias. Pues, ¡no señor!, no
se puede hacer nada. Y ello, porque vigilado y asechado el campo, no se deja
hacer nada a ningún campesino. Así, el campo ha ido perdiendo paulatinamente y
de forma progresiva y tanto que alarma, toda actividad relacionada con la
tierra o ganadería. Todos abandonan, ante acoso y persecución tan brutal como irracional. Todo se ha
secado, nada ase cuida, nada crece (sino la maleza a todas sus anchas). Se
entorpece toda iniciativa o el simple hecho de mantener lo que la tradición nos
ha traído hasta el presente, sin más. Entorpecen y prohíben todo, con lo que
nada crece -repito- y cada vez somos más pobres y se retrocedemos en todo. No
hay plan de permanecer en el campo, sino el de vaciarlo; no hay estabilidad,
sino decepción en el campo, del cual todos huyen de multas y de abusos y faltas
de respeto a mayores y a gente del medio que han nacido en él y son herederos
de una sabiduría que reciben de generaciones ancestrales, y las mantienen en
esa memoria colectiva que desaparece, por culpa de una administración que con
afán recaudatorio tiene unas leyes contra la naturaleza, a la que dañan de
forma irreparable, dado que nada nuevo se abre o hace, por el control de una
enorme flota de vehículos y personal represor que anda sobre todo campesino de
forma irracional y esquizofrénica, y desaparece lo que había, sin dejar hacer
nada nuevo, de tal forma y manera que ningún desarrollo al presente hay en el campo,
donde se espera un cambio que no llega, con la confianza que dentro de dos
años, si cambia la política y los políticos, se pueda recuperar algo de lo
mucho perdido y volver a lo de siempre: vivir de y en el campo, con las faenas
propias de la tierra y con animales, según la tradición y libres del acoso y
persecución del miedo y del sepro, o lo que es lo mismo: el desgraciador y
arruinante cabildo que tenemos que solo mira al campo, para multar y vivir de
ese dinero que exigen cual tributo a terroristas, por dejarlos con vida, pero
sin medios para mantenerla. Y tal es la cosa, que más que gobierno parece un
desgobierno lo que tenemos y hay, sin que una nueva etapa llegue para el
martirizado y cercado campo, que no te lo dejan tocar ni hacer nada en él, cual
si cosa sagrada fuera, con declaraciones de zonas varias y la protección de la
planta bimillonaria, que nada da y se llena la isla de ella, por todas partes
(la tabaiba lechera). Sorprende que el estado espakistaní y otras
administraciones (incluidos los ajuntasymientos), nadie diga nada al respecto y
aprueben el sin sentido de un ir contra el sector primario, teniéndolo todo
vigilado y prohibido, castigando gravemente al que haga lo que según usos y
costumbres siempre se hizo y se hace en el mundo en la actualidad, pues sin el
sector primario no hay economía, sino paro, hambre y miseria. Europa sorprende
que calle y no averigüe lo que se ha hecho con los dineros que han mandado,
donde no se benefició con ello ni un solo cercado de millo o de papas, sino
carreteras, túneles por un tubo y puentes, muchos puentes y más puentes.
Seguridad de permanencia y prolongación no hay alguna, sino que a menos y menos
hasta que desaparezcamos del campo y de allí nada venga a nuestras mesas, sino
de agriculturas extrañas o extranjeras. El cabildo con sus fuerzas armadas
(sepro y miedo [miedoambiente y seprona o seprona y miedoambiente]), tienen
acorralado a todo campesino y controlados sus movimientos y pasos, con un
seguimiento policiaco que frena toda acción, dado que el miedo se ha apoderado
del campesino, y de tal forma y manera, que un campesino ante un miembro del
miedoambiente o el sepro, sencillamente, se echa a temblar, y me han dicho que
ya hasta se orinan en los pantalones, por no citar la mayor, del miedo y el
terror a ir a la cárcel o pagar millones de euros, por el simple caminar, o
pisar la tierra sin darse cuenta bajo los pies hay una planta protegida, y por
tanto: ¡multazo! Control masivo de ejércitos varios por aire y tierra, que no
dejan hacer nada. Y así, abordan frontal y de forma abusiva a cualquier
despistado, que inocente, se haga al terreno con la sana y buena intención de
plantar algo, pues en mala hora y amargo fruto (al menos caro), porque la broma
es para que se le caiga el pelo, y no vuelva a levantar cabeza, ni una azada
más en el terreno. La justicia parece en contra del campesino, que solo tiene
que pagar o cárcel (algunos se suicidan y se quitan de en medio). Derechos ya
no tiene el campesino, sino la obligación y el deber de pagar, pagar y esconderse
y no hacer nada. Todo lo que come el campesino -y todo tabaibero-, pudiéndolo
sacar de su campo, viene de campos del mundo entero. Ha hundido el cabildo el
campo, y andamos sin recuperación alguna. Y nadie defiende al campesino. Ya hay
más efectivos del cabildo (sepro y miedo), que campesinos en el campo (de hecho
a los primeros se les ven por todas partes); mientras que a los segundos, no se
les ve por ningún lado). Los citados primeros, actúan cuales terroristas, y los
pocos campesinos que quedan sufren diariamente esa presión de un doble ejército
que los controlan, hacen guardia, los vigilan, observan y prohíben con multa
hagan lo que hagan, sin explicación ni defensa, sino la de pagar y pagar
(multas por todo, y sin parar). Ningún medio de comunicación social hace un
seguimiento del tema, y mucho menos, nadie de ellos, informan de estas
realidades, que algún día extendiéndose poco a poco, llegaran a la mayoría, a
las que se las engañan con huertitos en parvularios y entre coches y guaguas
humeantes y contaminantes cancerígenamente, mientras que en el campo -su lugar
natural- es prohibido plantar algo o nada.
El Padre Báez.
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