Mejor, no tomen medidas ante los pinos que se
secan...
... pues ninguna puede frenar esta situación. Y más
cuando cada vez llueve menos, y encima suben las temperaturas, con lo que a
secarse todos-todos, sin quedar uno. De hecho están enfermos, se les ven
amarillentos, débiles, de hojas caídas, se secan y mueren irremediablemente,
poco a poco y a más. Hay que estar ciegos para no verlos (¡y siguen plantando:
durante cuarenta años más y en Veneguera 350.000
más!).
Lo que si va a llover, es la procesionaria, que los “mojarán” a todos,
poco a poco, los va desfoliando hasta terminar con ellos matándolos, y cada vez
son más los que se convierten en leña, que no madera. Pero, es que no es normal,
llenar la isla de pinos y solo plantar pinos y más pinos y solo pinos, y ello
por un siglo (llevan plantándolos sesenta años, y van a seguir cuarenta más) No,
no es de recibo; repito. ¡No es normal! Pero, están infectados, faltos de agua,
y no van a poder sobrevivir; su supervivencia está en entredicho: se mueren
todos. La única medida que cabe tomar -el cabildo seguro que no lo hará- es
arrancarlos y sustituirlos por lo que proceda según tradición, costumbres y lo
propio de cada zona y lugar, altura y terreno; por ejemplo castañeros en La
Cumbre. Entonces, ganaríamos en botánica, en biogeografía, en paisaje, en
biodiversidad, en endemismos (que no los desaparecen las cabras, sino los
pinos), en plantas autóctonas, etc., todo esto se preservaría con la muerte y
desaparición de los pinos.
El Padre Báez, que reitera su alegría ante este estado
de la cuestión pinar o pinolera, donde la pinocha que no se come tapa tres de
cuatro partes de la isla y es intención del cabildo cubrirla totalmente de ella,
cual manto o maldición para que no se puede coger, ni plantar una lechuga, sino
pinos, pinos que se secan y al fin tendremos un cementerio pinar o de pinos, un
bosque -seco- que es lo que el cabildo quiso, y la naturaleza le negó (¡fíjense
bien: “naturaleza” se escribe con minúscula!).
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A lo de Don Jacinto Suárez, no le quito ni una
coma:
Buenos días, Padre Báez
Usted propone
plantar castañeros, pues bien, en este sitio había muchos, que, con toda
probabilidad, comenzaron a plantarse a partir del siglo XVII, cuando el cultivo
de la caña de azúcar -gracias a Dios- decae en Gran Canaria y se para la
espeluznante deforestación que propiciaba este negocio.
Aquí hubo: sabinas,
retamas y escobones; más abajo: mocanes, brezo y almendros, que fueron a parar
como combustible, a los hornos de los ingenios que existían en Telde.
Posteriormente, estas tierras se roturaron para sembrar trigo y cebada, además,
plantaron castañeros y olivos. Cuando acabó la rentabilidad de los cereales,
queda abandonado el lugar; aunque hasta mil novecientos setenta y tantos una
persona lo cuidaba.
Con la aprobación
de la Constitución española, en 1978, llegó la democracia y, supuestamente, la
gente empieza a demandar cultura, ocio y políticas de progreso para todos y
todas. La necesidad de esparcimiento, recreo y diversión (sustentadas con el
Presupuesto Público) se dispara. Pero el ayuntamiento de Valsequillo, malamente
recauda para pagar las nóminas y no puede sufragar estos gastos, lo cual
produce un gran desánimo en la Corporación municipal.
Años más tarde,
gracias al Cabildo, dicho ayuntamiento logra quedarse con la finca y, en vez de
reponer los árboles, -que, en su mayoría se habían secado, por el abandono-,
plantar muchísimos más y cuidarlos (sin la ingenieritis -en este concepto estoy
plenamente de acuerdo con el Padre Báez, como en tantas otras cuestiones-),
procede a satisfacer esas supuestas demandas, poniéndose a construir un Área
Recreativa para asaderos. Transforma aquel espacio a tal fin, y como recochineo
e ignorancia, planta ficus benjamina. La gente queda contenta, con gran
satisfacción del Alcalde y sus concejales, conscientes de que la ecología no da
votos y los saraos, sí.
En este proceso la
Isla pierde una magnífica área de Naturaleza, que debió gestionarse alejada del
turismo, de domingueros y excursiones de escolares y jubilados. Únicamente
tendría que estar ahí para verla y disfrutar con su
contemplación.
Lo que le he
relatado, también debió suceder en otros municipios, porque nuestro amado
Cabildo, tiene muchas Áreas Recreativas diseminadas por la geografía insular.
Alguna debe haber, por supuesto, pero no tantas.
Cordiales saludos y
hasta otra ocasión.
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“... en la
actividad, no seáis descuidados...” (Rm 12, 9-12). / “... la tierra reseca...”
(salmo
142).
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