Encima, nuestros pinos no constituyen rareza...
.. ni singularidad alguna, de ahí, que no signifique
ninguna gravedad su desaparición en cuyo proceso nos encontramos de forma
natural por más que el cabildo se empeña en seguir por cuarenta años más de
plantación de solo pinos y ya de forma inminente 350.000 en Veneguera, y para
colmo, son unos pinos tan desgraciados, que no tienen ningún interés ecológico
ni botánico, sino más bien todo lo contrario.
De hecho los plantan de forma
indiscriminada en todas partes, por igual sin respetar altitud ni orografía,
barrancos o zonas de cultivo, ellos, por todas partes, llenándolo todo de su fea
y dañina presencia, y todo ello sin que “técnicos” e ingenieros respeten sus
exigencias de condiciones propias para
su desarrollo como es el agua abundante, justo la que no tenemos y va a menos y
a menos que irán, precisamente como acción de los mismos pinos, pues sin agua el
pino no se desarrolla, y su falta es la muerte de los mismos, proceso en el que
nos encontramos -¡gracias a Dios!-. Pinos y sequedad de terreno es lo mismo y es lo que hay o tenemos no es
posible su vida natural. El pino para su desarrollo, necesita agua, mucha agua.
Y justo aquí si carecemos de algo es de precipitaciones, y ello limita la
posibilidad de tener pinares, por más que el cabildo se empeñe en conseguirlo
durante cuarenta años más, plantándolos y van a por 350.000 en Veneguera de forma
inminente, y con la poca agua que tenemos mal se desarrollan, y a peor que irán,
ya que cada vez se les ven más sensibles y frágiles, amarillos y secos, por
agresión solar y por el cambio climático que les afecta
sobremanera.
El Padre Báez, que con alegría observa a los pinos por
amplias zonas secándose, cada vez más son reductos de zonas las que quedan de
pinos, perdiéndose la mayoría y manteniéndose a duras penas, y secándose a toda
prisa. Y ello, porque el terreno empobrecido por ello mismos, y sobre todo
porque no están donde por elección propia de ellos mismos, sino por la acción
del hombre que los ha puesto donde sus caprichos y no donde las exigencias
propias del pino exigen. Sabido es que no se adaptan fácilmente a vivir donde
faltan las condiciones para ellos vivir: mucha agua, agua en abundancia, y esa
cada vez menos en nuestra tierra e isla. Son muy vulnerables y están a las
puertas de su desaparición y en ello corren más que grave peligro, una alegre
realidad, que dará paso a la foresta nativa y propia, y con ella el agua que
necesitan.
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Lo de Pedro Mariano Urbistondo Esteban (y seis apellidos
vascos más), es como lo de un hijo (espiritual). He ahí, pueblos con autoridades
inteligentes, ¡ya les imitaran los nuestras! Rezo por su
salud:
hola Cura!
Estoy en Navarra Sesma, el pueblo de mi madre, me estoy curando de una infección de pulmón. Hoy me he dado una vuelta para ir al Río Arga, a la altura de Ibero, también esta Arráiz, Etxauri, Astrain, Pueblos de piedra todos, durante el camino, en los bordes de la carretera, los árboles que hay son nogales y guindos, casi no hay pino y son lugares protegidos, aunque son los vecinos quien se encargan de administrarlos, antiguas muy antiguas costumbres que habría que retomar.
Abrazo, todo mi apoyo (moral y ojalá físico) y mucho ánimo. Le repito que está respaldado por la Razón.
Pedro.
Estoy en Navarra Sesma, el pueblo de mi madre, me estoy curando de una infección de pulmón. Hoy me he dado una vuelta para ir al Río Arga, a la altura de Ibero, también esta Arráiz, Etxauri, Astrain, Pueblos de piedra todos, durante el camino, en los bordes de la carretera, los árboles que hay son nogales y guindos, casi no hay pino y son lugares protegidos, aunque son los vecinos quien se encargan de administrarlos, antiguas muy antiguas costumbres que habría que retomar.
Abrazo, todo mi apoyo (moral y ojalá físico) y mucho ánimo. Le repito que está respaldado por la Razón.
Pedro.
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“... la tierra
está gimiendo dolores de parto...” (Rm 8,
22-23).
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