viernes, 2 de septiembre de 2011

Hojas de eucalipto.


No me refiero a las que echadas sobre las papas, alejan insectos que las dañen; ni tampoco a esas ramas, que -si son de eucalipto blanco- puestas en rama, sobre la cabecera de la cama, te abre los pulmones a la par que ahuyenta a los mosquitos...

Que me refiero a esas otras, que secas caen al suelo, y forman una alfombra hermosa, y se acumulan, siendo el mejor abono, en cuanto caen tres gotas...

¿Cómo olvidar aquellos hermosos años 50-60, del siglo pasado, que alternando con el bachillerato, uno barría las carreteras, sacando las dichas hojas secas de las cunetas, o simplemente limpiando las carreteras, para llevándolas en carrucha, en sacos o en cestas, las amontonaba en las alpendres como reserva, para ir cubriendo las camas de becerros, cabras, vacas, y otros animales, y de ahí, el mejor estiércol...

Incluso la anécdota de mi hermano, que feliz regresaba de ese “apañar” hojas, cantando la canción mejicana -tan propia de aquellos tiempos-   Tles piedlas neglas (no sabía aún pronunciar bien lo de “tres”, ni  “piedras”, ni “negras”)”, con cesta al hombro, y con hojas solo en la superficie, y extrañada mi madre del tan pronto regreso, descubrió la trampa, pues la cesta parecía llena y rebosar, pero le había cruzado sendos palos, que impedían las hojas bajaran al fondo de la cesta, donde al igual que en otros envases (sacos o/y carruchas), siempre había que apretar, para que cupieran más, y no fuera un engaño..., en este caso fue descubierto, al comprobar que no pesaba nada la cesta o su contenido, al verterlo, pues lo del peso se veía aumentado a veces, por introducirse en el llenado -sin querer-, y además inevitables, piedras y tierra...

Pues, que si vengo hoy, con estos recuerdos, en los que profesores que subían al campo, descubrían a su alumno en esas faenas (verano, Navidad, Semana Santa, etc.), es porque subiendo y bajando hoy mismo a y desde San Mateo, a la altura de El Madroñal, me quedé asombrado, al ver que en furgón grande con colores oficiales, con sendos conos  que paraban el tráfico y lo desviaba a carril contrario, y en ello varios hombres con uniformes reflectantes, en sendas bolsas de plástico blanco, recogían previo barrido y amontonamientos de hojas de eucalipto. Reparé a la vuelta, que en toda la carretera del centro-isla (Las Palmas -no hace falta especifique y concrete- hasta de donde venía [sospecho que hasta Tejeda, que hay eucaliptos, las carreteras están limpias de las hojas de los mismos, y que es cosa y trabajo de “mantenimiento de carreteras”, pues es lo que recuerdo leí escrito en el furgón enorme citado antes, y sin más..., me fui a mi adolescencia (por asociación de ideas), donde sin tanta parafernalia, uno hacía ese trabajo, compitiendo con otros que hicieran antes el barrido, y tuvieras que trasladarte más lejos en busca del preciado material, y en mi caso, desde “La Huerta de los Catañeros” antigua denominación, por los de mi abuela en la zona, cambiado hoy a “Las Cuevas”, desde ese lugar (antiguo Km 26 [ahora 16]), llegaba hasta la Montaña de la Rosa a la entrada de Cueva Grande, o bajaba hasta El Mesón, por donde la “Vuelta de Antona”, en fin que mientras recordaba, aquellos felices años..., me vine al presente y caí en la cuenta: Si ustedes suben por Cazadores, y dejando atrás “Los Pechos”, hasta llegar al cruce de “La Pez”, ese trozo no es un martirio, es un calvario, es un destroza-coches, es un firme lleno de baches, que peligran la conducción, pues al tratar de evitarlos, te puedes ir contra el otro en otra dirección, y cual si en una auténtica”montaña rusa” fueras, es hasta de no coger esa ruta, para evitar el mal trago de pasar, por donde no se puede conducir bien, y piensa uno: ¿”Mantenimiento de carreteras: limpiar hojas de eucaliptos, que ni molestan, ni hacen daño, y hasta es un bien estético, y no arregla lo dicho? Sin más: saquen conclusiones el que esto lee o escucha.

El Padre Báez, que se indigna -me sumo a los indignados- porque habiendo carreteras por arreglar, imposible circular por ellas, en lugar de arreglarlas, se dedican a arrancar yerbita seca, y barrer hojas de eucalipto, en más de 50 Kilómetros, eso en una orilla, que al hacer lo mismo en la otra, son cien kilómetros barridos, y al día siguiente está igual. Basta haya un poco de viento -y aún sin él- para que la caída de las hojas de los eucaliptos, sean y son una constante. ¿Y es eso lo que “mantienen las carreteras” o desaparecer baches y otras situaciones y acciones?

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