¡Pobrecillo!, me cuentan, que estaba allí..., sentado, sin atender a nadie, esperando alguien se parara y le comprara algo; un río de gente, que pasaba por delante de él, y miraban, sin más...; tenía de todo, en su puesto, artísticamente presentado y de forma provocadora, cual reclamo, para incentivar con la fruta y hortalizas, su venta, pero..., ¡nada!
Entonces, acertó a pasar por allí, un antiguo conocido, que lo saluda, y de paso le pregunta: “¿cómo va la cosa (por más que la veía, pero era por decir algo)”?
A lo que le contestó -el hombre, no de mi cuanto, sino de una situación tan real, como la vida misma-: “¡Esto, no ha comenzado!”
Por supuesto, no se refería a la venta del día, que ya casi terminaba; sino que la crisis, es la que no ha comenzado; no él a vender, sino la gente a no poder comprar...
Y, quien esto me contaba, me decía: “¡Esa, es la filosofía popular!” Y seguía comentando, como quien piensa en alta voz:
“El de aquí, se sienta y hace el tonto: ¡mirando y verlos pasar! La caja (el dinero), la hacen los chinos...; aquí, se le dice a alguien abrir un negocio, y te dice: ¡nooo...!, ¡qué vaaa...!; el chino, ¡no mira ni p´atrás! Ya están hasta en el Merca, en todas partes, y los nuestros...”
Créanme: me estuve callado, y me dije: Fernando, ¡cuánto saben los otros!, la pena es que no tienen un medio para expresarse; por eso, un servidor, les presta la voz, la pluma, el espacio este...
Y ya lo ven: ¿cuál de los dos creen más sabio?, ¿el que vaticinaba el futuro más negro que nos aguarda, o el que nos comparaba a los chinos y su emprendiduría? Ahí les dejo, esta reflexión, y no la voy a estropear con más comentario por mi parte.
El Padre Báez, que tiene la suerte de tener quien le cuente hechos de la vida, que a un servidor, por estar en el altar y en su entorno, se me escapan éstas perlas, entre otras. ¡Seguro, amigos, ustedes son testigos de otras similares y hasta mejores! Si me las cuentan, se las reproduzco, y nos enriquecemos todos, construyendo un mundo mejor, desde la reflexión y tomándole el pulso a la sociedad; dejemos hable el pueblo, llano y sencillo, y nos asombrarán. ¡Callarían a los políticos!, ¡seguro! Se las saben todas...!
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